Tanto da que lo llamemos intuición, empatía
o comprensión. El sexto sentido es lo que permite
a cada individuo tener una experiencia sensorial única.
Es la suma de los otros cinco sentidos, la integración
y transformación de las informaciones sensoriales
que permiten que éstas cobren un significado
en consonancia con la experiencia de cada uno de nosotros.
Aunque compartimos con todo el género humano
una serie de puntos en nuestras experiencias perceptivas
y a pesar de que los miembros de cada grupo cultural
tienen también sus formas comunes de sentir y
percibir, cada persona tiene, al mismo tiempo, su manera
peculiar y única de vivir sus percepciones. El
mundo externo nos envía estímulos comunes
a todos y nuestro sistema fisiológico capaz de
captarlos es, en gran parte, común. Es innegable,
sin embargo, que a partir de esta realidad común,
las vías y las maneras de vivir la experiencia
sensorial son tan numerosas como numerosos son los individuos.
Los cinco sentidos nos permiten percibir el entorno
y establecer una relación con él y también
podemos percibirnos y observarnos a nosotros mismos.
Cuando los sentidos funcionan plenamente y están
completamente despiertos somos capaces de lograr una
visión global y objetiva de nosotros o de otros.
Es como si tuviéramos conectados a la vez varios
canales de comunicación con el exterior y esta
integración es la que nos permite obtener el
máximo de información del mundo.
Pero vayamos por partes y consideremos cada sentido
por separado:
El Sentido de la Vista
A pesar de ser los ojos una de las primeras estructuras
que pueden llegar a reconocerse en el embrión
tardan mucho tiempo en completar su maduración.
Y la retina no alcanza su total desarrollo hasta tres
meses después del nacimiento.
La visión es el sentido más importante
del espacio y el más desarrollado en el hombre.
Del ojo a la imagen, la visión nos da una idea
de la proporción, o del tamaño y nos permite
reconocer el color, las diferencias, la interrelación
entre las ideas y la realidad con el fin de obtener
una visión clara.
Astrológicamente hablando, los planetas son
órganos vitales o herramientas por las que establecemos
contacto con el mundo; en relación con los sentidos,
Júpiter es el planeta asociado con la visión.
Su posición por Casa -influencia del entorno
y nuestras reacciones al mismo-, Signo -herencia genética
o aptitudes heredadas- y Figura de Aspectos -motivación
causal- lo convierte en una herramienta única
que nos permite ver y percibir todo lo que hay a nuestro
alrededor con total conciencia. Si trabajamos nuestro
Júpiter vamos ampliando nuestro campo de visión.
Nota: Tradicionalmente se consideran el Sol y la Luna
como regentes de los ojos derecho e izquierdo, pero
dentro del contexto de la Psicología astrológica,
estos dos planetas del Yo rigen el cuerpo emocional
y la autoconciencia como veremos en el último
apartado.
El Sentido del Oído
El oído es, después del tacto, el primer
sentido que entra en funcionamiento en nuestras vidas
y, en muchas ocasiones, el último en apagarse.
Gracias a la percepción del sonido podemos relacionarnos
con el mundo, captar mensajes que nos envía la
naturaleza y disfrutar de la música.
Para la localización de un ruido son importantes
dos aspectos, el primero es la pequeña diferencia
de tiempo con la que llega el sonido a cada oído,
y el segundo es la diferencia de intensidad sonora que
se percibe entre ambos oídos. Mediante la acción
de un centro nervioso que se halla en el tronco cerebral,
es posible, para cada ruido, ubicar su origen en el
espacio. Escuchando podemos orientarnos ya que podemos
identificar el lugar de donde procede cada sonido.
En el oído, cada sonido queda descompuesto de
los distintos sonidos que lo componen, y gracias a esta
descomposición el cerebro puede identificar los
armónicos de cada uno y puede diferenciar por
ejemplo un instrumento de otro o es capaz de distinguir
la voz de personas distintas. En la corteza cerebral
se integran otra vez los sonidos en una percepción
unitaria, global y dotada de sentido.
Nuestro Mercurio es único y si está despierto
registra todos los sonidos de nuestro alrededor tanto
externos como internos. Si sabemos estar en silencio
y aprendemos a escuchar atentamente podemos llegar a
captar la esencia de un sonido, registrar cada inflexión
de un tono de voz y reconocer la necesidad real subyacente
a la misma.
El Sentido del Olfato
Pocas cosas son tan etéreas y difíciles
de definir como los olores. Elegimos la fruta que mejor
huele y nos sentimos atraídos por personas que
huelen bien. Pero todo son sensaciones subjetivas y
hay que tener en cuenta las diferencias individuales
en la percepción olorosa. Hay que distinguir
entre las sustancias olorosas y las sensaciones que
despiertan. La mayoría de imágenes visuales
y sonidos son neutros desde un punto de vista emocional,
pero un olor casi siempre lleva asociada una sensación
agradable o desagradable según experiencias previas
o el momento en que lo percibimos. Las aromas son las
esencias de los recuerdos.
En las primeras semanas, después de nacer, las
imágenes y los sonidos carecen de sentido y son
los olores y el tacto los principales estímulos
que nos comunican con el mundo. El olor de la madre
y de la leche son básicos para satisfacer las
pulsiones de los lactantes.
Marte es el planeta asociado al olfato. ¿Podemos
describir las reacciones emocionales que nos causan
los olores? Con nuestro Marte podemos distinguir lo
que está en el exterior -podemos tener buen olfato
para la gente y las oportunidades- , y si nuestro olfato
está despierto nos da la posibilidad de escoger
lo que nos gusta y lo que es adecuado o bueno para nosotros,
así como notar el peligro y tomar precauciones.
El sentido del olfato nos transmite la cualidad interna
de una cosa o una persona.
El Sentido del Gusto
A diferencia de los otros cuatro sentidos, que son sensibles
a un enorme número de estímulos distintos,
el gusto distingue únicamente cuatro sabores
básicos: dulce, salado, ácido y amargo.
Sin embargo, un número mucho mayor de sabores
puede ser reconocido gracias a las combinaciones de
estos cuatro estímulos básicos y a la
colaboración del sentido del olfato, mucho más
preciso. Esto último explica porque una disminución
de la sensibilidad olfativa causa una aparente disminución
de la sensibilidad gustativa: de niños nos pellizcábamos
la nariz antes de tragar algo amargo.
La clara influencia de la educación en los gustos
de cada persona no impide que existan, de manera innata,
preferencias por determinados sabores y recelos ante
otros. El conjunto de la especie humana manifiesta un
claro apego por lo dulce y una cierta repulsión
por lo amargo.
A través de nuestra Venus podemos notar un sabor
dulce, ácido o amargo y tener una idea de las
cualidades o del valor de una cosa. Con una Venus despierta
podemos averiguar las necesidades internas nuestras
o de otra persona ya sea en el comer y beber o con la
ropa (tener buen gusto).
El desarrollo del sentido del gusto también
nos lleva a distinguir lo que podemos asimilar, y desarrollamos
también el sentido de la discriminación,
del juicio y de los valores.
El Sentido del Tacto
El sentido del tacto es ciertamente un sentido peculiar,
es probablemente el que más variedad de información
aporta al cerebro ya que las vías nerviosas de
este sentido transmiten constantemente un sinfin de
variadas señales procedentes no sólo de
nuestro entorno sino también del interior de
nuestro cuerpo: sensaciones de placer o de dolor y percepciones
sobre las formas, el tamaño o la textura de objetos
sin necesidad de verlos.
Se trata de sensaciones que ningún avance tecnológico
puede medir como lo hace nuestro sentido del tacto.
Así, este sentido nos permite apreciar las sensaciones
externas de roce, vibración, cosquilleo, presión,
calor y frío como nos informa de la postura en
la que nos encontramos, el peso que sostenemos, las
actitudes de nuestros músculos y la fuerza que
realizan, o nos indica cuando algo no funciona bien
en nuestro riñón...etc.
El feto en su segundo mes de vida intrauterina responde
ya con primitivos movimientos de chupeteo a la estimulación
táctil alrededor de la boca. La respuesta a los
estímulos sonoros comienzan a ser detectables
hacia las 24 semanas y a las 32 semanas el feto humano
tiene ya sensibilidad en todo el cuerpo. Y durante los
primeros meses de vida el bebé precisa del contacto
afectivo táctil de los padres para su propio
desarrollo afectivo. Al igual que el resto de los sentidos,
aunque de una forma más primaria, el tacto despierta
emociones y nos puede transportar desde el máximo
placer hasta el dolor más intenso.
El planeta Saturno está relacionado con este
sentido del tacto y podemos experimentar la piel como
un órgano primario de los sentidos. A través
de la piel podemos percibir el lugar donde estamos y
las cosas que se encuentran a nuestro alrededor, podemos
notar cuando hay alguien cerca de nosotros y percibir
conscientemente nuestro cuerpo.
Los Tres Planetas del YO y las
Funciones de los Sentidos
Con Saturno percibimos y observamos cómo somos
realmente, vemos las partes individuales de nuestro
cuerpo: manos, pies, etc. y nos vemos tal y como somos
en realidad: nuestra forma de andar, de movernos, oímos
nuestra voz. La conciencia entra en nuestro cuerpo en
esta calidad de YO físico y lo puede recorrer
percibiendo que somos seres completos.
En su Luna, cada persona es un ser de sensibilidad
subjetiva que se percibe a sí misma a través
de lo que acontece en el entorno y en su propio cuerpo.
Y, el YO emocional, juzga subjetivamente en términos
de agradable o desagradable, grato y poco grato. Estos
juicios se nutren de experiencias y la persona es consciente
de ellos como sentimientos de preferencia y aversión,
amor y odio, de placer y dolor, etc. Estos mecanismos
de simpatía y antipatía, se basan enteramente
en la información procedente de los sentidos
y en las reacciones a través de ellos. Una actitud
objetiva y neutral en los procesos de conciencia y de
auto observación nos ayuda a comprender estas
reacciones de simpatía y antipatía frente
a la realidad.
La coordinación de las funciones de los sentidos
la hacemos a través del YO mental, el Sol, cuando
asimilamos todas las percepciones sensoriales, relacionándolas
entre sí y sacando conclusiones. Discriminamos
lo que es importante y lo que no lo es, analizamos,
comparamos, reflexionamos, consideramos y buscamos las
proporciones adecuadas. Volvemos a comparar con los
resultados previos y finalmente formamos un juicio claro
a través del pensamiento objetivo.
Nuestra conciencia creativa busca la solución
correcta para el problema existente evitando, si es
posible, todo tipo de clichés, de respuestas
fáciles, de modelos de pensamiento existentes
o de conceptos estandarizados. En las experiencias objetivas
buscamos soluciones nuevas para los problemas. Es un
proceso creativo.
El Sexto Sentido
Tal y como ya hemos comentado al principio, es innegable
que junto a los mecanismos fisiológicos que hacen
posible que se produzca una sensación, y de los
mecanismos psicológicos que integran y transforman
las informaciones sensoriales, éstas cobran un
significado en consonancia con la experiencia directa
de cada persona. Cada persona que, según su historia,
su personalidad y el contexto en que se encuentra interpreta
las informaciones que le llegan.
Si trabajamos al máximo nuestros sentidos, como
instrumentos únicos que nos permiten relacionarnos
con nuestro entorno, aunque primero consideremos sus
componentes por separado, después se unen formando
una síntesis. Y es a través de esta síntesis,
que aparece una nueva entidad cuya naturaleza no habíamos
previsto al considerar los cinco sentidos por separado:
el Sexto Sentido - UN MUNDO EN CADA PERSONA-.
Bibliografía:
Dossier n. 7, "Medicina y Calidad de Vida",
Ed. La Vanguardia, Dic. 91.
Memorandum-Counselling Course, B. y L. Huber.
Rosa Solé es Diplomada por la Facultad de Estudios
Astrológicos de Londres (Dip. F.A.S.), por el
Instituto de Psicología Astrológica de
Suiza (Dip. A.P.I.) y por el Centre for Psychosynthesis
Studies. Fundadora, en el año 1990, de la Escuela
Española Huber de Astrología, es su directora
actual. También ha ocupado el cargo de Presidencia
en la Associació d'Astrología de Catalunya (1994-1996).
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