Neptuno es el planeta trans-saturnino que aporta el
hálito cósmico en el mundo individual.
Tres son las divinidades en la mitología griega
que revelan numerosos aspectos neptunianos.
Uno es Poseidón, el dios del mar, el segundo
Dionisos, el dios del éxtasis, el tercero es
Orfeo, el músico y poeta. También la historia
de Ulises es típicamente neptuniana. Con una
existencia guiada por este planeta, la dificultad consiste
en aprender a tener confianza en la vida. Parece difícil
creer en cualquier cosa, porque todo es mutable. Entonces
será necesario aprender a liberarse de los esquemas
mentales: Saturno, como cuerpo-mente, pierde valor inmerso
en las aguas del dios del mar, pero al mismo tiempo
las contamina, entristeciendo al neptuniano y llevándolo
a la depresión. Observando la propia tristeza
es necesario entender qué es lo que no funciona
en el uso de la energía neptuniana en la propia
vida.
¿Qué quiere decir todo esto en términos
prácticos? Poseidón es el dios de los
caballos y estos simbolizan las energías compulsivas.
La furia del dios se desencadena cuando se encuentra
con la banalidad de la vida cotidiana. El problema entonces
está en que el simple hombre trata de eliminar
lo que solo se puede integrar. Saturno, ante la presencia
de Neptuno, es obviamente derrotado. Pero la rutina
es fundamental en el hombre para llegar al éxito
material, de cualquier tipo que sea. Debe regular la
propia vida con horarios, deberes y plazos. En el momento
en que un neptuniano trata de perseguir esta finalidad
restringiendo el propio campo de acción y su
espontaneidad, su naturaleza caprichosa se rebela e
impone impulsos de discontinuidad, de fantasía,
de apatía, de debilidad, las neurosis que hacen
fracasar al plano saturnino de la conquista del mundo.
Por lo tanto, el neptuniano debe integrar su parte saturnina
moderando las propias ambiciones materiales, porque
el motivo de sus fracasos está en sí mismo,
en esos deseos de libertad, sueño y ternura que
tiene escondidos y que, cuando emergen, tiran abajo
las bases sobre las cuales está tratando de construir
el edificio de su poder personal.
Otra manifestación neptuniana es la forma estática
sugerida por Dionisos: el vino hace soñar, pero...
cuando pasa la borrachera, ¿qué? Más
salvaje es la búsqueda estática en el
Eros, en las orgías de los ritos de Eleusis sacralizados
por la iniciación. La participación de
las Bacantes, que no admiten la relación sexual
en sí misma con los sátiros y los hombres,
convierte en posible la adivinación en el estado
orgiástico. Dionisos es el dios del deseo "no
sujeto a cumplimiento". Importa solo la tensión
sexual. Todo se centra en la tensión exasperada
del deseo como energía enfocada a la realización
de la Trascendencia. Sin Plutón, que es la semilla,
falta el sujeto del amor hacia el que dirigirse. Neptuno
está privado de esto, y por eso mismo representa
el amor universal, el proclamado por los hippies, típico
grupo perteneciente a este planeta. Y es algo más
que la pura teoría uraniano-acuariana del amor
universal, porque aquí se pasa a la acción
verdadera. El neptuniano ama realmente a todos, es un
error entonces, tanto limitar su sentimiento hacia una
sola persona, como pretender la exclusividad de su amor
por parte de sus partners.
Con Orfeo el deseo rebelde "de despegarse de la
tierra" lleva a la poesía, a la música
(quien sabe por qué me vienen a la mente los
Requiem!), que con sus vibraciones sutiles lo invade
todo. El vuelo neptuniano es posible con la danza, con
la recitación, con la pintura, el ARTE. La pintura
abstracta se revela como "Arte espiritual".
Un Arte que en el equilibrio entre las parte trata el
significado del Todo. La creación artística
es el vehículo mediante el cual la esencia (no
de Neptuno, atención, Neptuno es absolutamente
libre y está en los cielos) - del neptuniano
abandona el propio cuerpo como recinto físico,
como limite angosto, y se libera en el aire y en el
interior de las personas con las que se comunica. Neptuno
ama la seducción, pero también el misticismo.
La seducción de tipo sexual es la más
común y también placentera, pero la de
la trascendencia es también la más dulce.
Pero... ¿cómo se hace para entrar en un
estado trascendente sin perderse?
Ulises podría darnos una respuesta: durante
la navegación, antes de encontrarse con las sirenas,
se hizo atar al mástil de la nave, porque así...
¡podía escuchar su canto sin pagar esa
seducción con la vida! Un símbolo astrológico
comparable al mástil de la nave podría
ser el Sol. Si se permanece centrado en sí mismo,
afirmándose sobre el itinerario del auto-conocimiento,
uno se puede abrir a la trascendencia sin perderse,
o mejor dicho, sin perderse en el momento equivocado.
Y ahora llegamos a un punto central: la relación
del neptuniano con el amor. No es de la naturaleza neptuniana
el encontrar paz, ni con el amor, ni con la amistad.
Si lo consiguiera, saldría de escena. Porque
nada puede satisfacer la sed de infinito. No hay meta
alguna a la que llegar. El mismo reino de los cielos
es demasiado estrecho para sus deseos. Se da cuenta
de su angustia, sabe que el amor es imposible de conseguir;
o mejor, se puede vivir con una pareja, pero esto no
basta. ¡Quiere amar a todo el Universo! y así
juega al amor. En este concepto de amor infinito se
compara la realidad de los Signos. De hecho, los dos
dominados por Neptuno son Sagitario y Piscis. El primer
persigue el infinito de manera cuantitativa, multiplicando
el numero de relaciones; el segundo persigue el infinito
a nivel cualitativo, amor entendido como fusión
absoluta, para desilusionarse después, porque
en efecto querría el amor de todo el mundo reunido
en una sola persona, querría el Amor en persona.
Haciendo referencia a Heidegger: el ser es la luz que
ilumina cada cosa; el mundo se crea de la nada y esa
nada que nos dejaría a oscuras es arrojada fuera
por la voluntad del hombre, esta voluntad de auto-crear
y de ir más allá. Plutón es la
luz que nace de la oscuridad, la cual ilumina lo que
todavía no existe, es Neptuno la voluntad de
creer en lo que todavía no existe, y que es realmente
imposible que exista hasta que el hombre-dios no haga
el milagro de su creación personal e individual.
Entender, o mejor, aceptar la lógica irracional
de un planeta colectivo, como es Neptuno, es realmente
muy difícil, sobre todo por la moral corriente.
Es por esto que los neptunianos no aparecen, se esconden
de los demás y a menudo están obligados
a expresarse en secreto, o todavía peor, a no
expresarse para nada. Los más afortunados se
convierten en artistas, otros recurren a la droga y
al alcohol para huirle a la oprimente realidad que el
mundo, y a veces, ellos mismos, imponen. Otros incluso
se convierten en misioneros y dedican su vida al sufrimiento
del prójimo. Algunos viven una doble vida, una
respetable y "normal", otra desinhibida, transgresiva
y secreta. Pero hay un tipo de neptuniano desilusionado,
furioso y extremamente peligroso: el maniaco megalómano
o el criminal; no quiere dinero, ni siquiera gloria,
solamente matar la sensación de mediocridad que
lo oprime, y habida cuenta de la amoralidad neptuniana,
trata de hacerlo del único modo que cree posible,
convirtiendo su inmenso amor potencial en inmenso odio
efectivo, la bondad en maldad, el servicio en tiranía.
Y todo esto siempre según su óptica ilimitada:
al infinito.
Dejémoslos libres entonces, dejémoslos
galopar en los inmensos prados de su fantasía:
se ayudarán ellos mismos y nos ayudarán
a nosotros, y evitaremos además que despierte
el Leviatán que duerme en su inconsciente. Su
mar nos hará flotar en el mundo de lo imposible
y nos mostrará la profundidad de las cosas y
las verdades escondidas que nos podrán ayudar
a darle un sentido a nuestra vida.
Traducido del original italiano
por Astro-Campus de:
http://www.cidacatania.it/articoli.asp?id=109
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