La mejor introducción al conocimiento de Saturno
nos viene ofrecida al examinar el ritmo de su ciclo:
partiendo desde su posición natal el astro forma
en torno a los siete años una cuadratura.
El espíritu se descuelga de lo imaginario y se
despierta del sueño despidiéndose del
"papá" natal y de los cuentos.
Alrededor de los 14-15 años, el astro pasa a
la propia oposición.
Volviendo la espalda a su propio origen, el individuo
se desapega de sus dependencias; es la edad en que al
vínculo familiar, se comienza a preferir el de
los "otros".
Con la siguiente cuadratura, a 21 años, una
nueva rotura nos hace adultos, es justo el momento de
dejar a los propios "viejos". El retorno del
astro a su posición inicial, después de
los 29 años, concluye un primer ciclo: después
de haber echado raíces en la propia vida, a su
vez quien ha sido generado genera, se convierte en padre
o madre. En el curso del segundo ciclo de Saturno, con
la nueva oposición de los 44-45 años,
se inicia la separación de los propios hijos.
Con el segundo retorno cíclico de la sesentena,
se pasa a otra generación, uno se convierte en
abuelo, desaparecen los propios padres.
De este esquema podemos notar que si Saturno en el
momento del retorno de los 30 "une", con ocasión
de las dos oposiciones "rompe y deshace los vínculos".
Más que encarnar a los padres, Saturno tiene
la función especifica de desapegarnos y sustraernos
de ellos, para pertenecer a uno mismo, personalizándose,
viviendo el rechazo de los propios tutores a través
de un proceso de individualización.
Se trata de convertirse en adultos, es decir, libres,
autónomos y responsables y de aceptar - también
a riesgo de conocer la soledad - la pobreza existencial
netamente saturnina. Saturno es una fuerza que corta,
separa, aísla, dado que su temática fundamental
está constituida por una serie de desapegos de
todo tipo.
La odisea saturnina se inicia en el momento mismo del
nacimiento: la evacuación desde el calido liquido
amniótico nos empuja en el mundo hacia la primera
gran sensación de frío de nuestra existencia
mientras, el corte del cordón umbilical, primer
golpe de hoz de Cronos, nos separa orgánicamente
de nuestra madre; al frío que paraliza, se añade
el miedo que hace temer lo externo, que nos hace retroceder
en la vida y replegarnos sobre nosotros mismos.
La idea es clara: Saturno está presente desde
nuestro primer minuto de vida. El neonato continua todavía
a depender estrechamente de la madre y la alimentación
se convierte enseguida en el centro vital del lactante,
el pequeño ser se lleva todo a la boca en un
procedimiento de incorporación.
La dependencia de la madre continúa más
allá del factor alimenticio, ya que también
es un vínculo psíquico. Se puede resentir
eventualmente todavía del corte en el momento
del nacimiento de un hermanito y con ocasión
de cualquier ausencia de los familiares. En el mito,
Crono/Saturno "devora" sus hijos para que
no representen un peligro para él. De todos modos,
se deberá enfrentar, antes o después,
con el "material" que se intenta excluir,
expulsar y del que se quiere deshacer.
Cronos, exiliado por su propio padre, lo castra y lo
priva del trono, asumiendo él mismo el trono,
pero desde aquel instante, su vida estará caracterizada
por el continuo temor de... ¡sufrir lo mismo!
Finalmente el destino se venga a través de Júpiter
- uno de sus hijos -, quien consigue huir de las intenciones
del padre gracias a un truco de Rea, haciéndole
vomitar a los hijos ingeridos (el material expulsado)
y destronándolo.
Reflexivamente, el sabio Saturno formula su ley al
respecto: cuanto más profunda es la represión
y más inconsciente se convierte el proceso que
deriva de esto, tanto más autónoma se
hace la parte excluida.
Los contragolpes del destino ofrecen siempre al sujeto
la oportunidad de hacer las paces con la parte excluida
y reprimida, re-admitiéndola. El guardián
del portal representa entonces continuamente par el
hombre la misma, vieja y experimentada historia, arreglada
de manera diferente, hasta que el hombre decide limpiar
el patio, perdonando a los otros y sí mismo,
consiguiendo así que fluyan nuevamente sus sentimientos.
Es esencialmente "su" merito si nosotros
evolucionamos, él de hecho nos libera de las
cadenas de nuestros instintos, de la prisión
de nuestras pasiones, nos muestra el camino que hay
que recorrer para nuestra elevación intelectual,
moral y espiritual.
Bien entendido, se trata del equilibrio superior de
un Saturno vivido conscientemente y asumido voluntariamente.
Pero, atención a asumir el Saturno positivo,
el que mantiene la vida y la celebra en el fundamento
más sólido, "el instinto de conservación".
El otro, el Saturno negativo, está presente en
las manifestaciones auto-destructivas de culpabilidad,
verdadero cómplice de la muerte.
Los principios de Saturno son la verdad, la responsabilidad
de las propias acciones y el pragmatismo.
"Lo que un hombre siembra, recogerá",
¡qué tremenda es la responsabilidad que
nos pone! Esto significa que Saturno no es punitivo,
ni bueno ni malo, simplemente
¡somos nosotros
nuestro juez!
Pero ¿quien quiere juzgarse a sí mismo
sinceramente y honestamente como requiere Saturno?
Escarbemos ahora un poco más en profundidad,
Saturno representa el principio de la verdad terrena,
él dice: Aquí estamos sobre esta tierra
con dos piernas, dos brazos, dos ojos y cinco sentidos.
Puede ser que deseemos escondernos en la duodécima
casa y luchar por la evolución espiritual, pero
Saturno dice: amigo mío, esconderte no te llevará
a ninguna parte, aprende a usar tus cinco sentidos y
afróntate a ti mismo del mismo modo que afrontas
la vida.
Puede ser que se utilice a Urano soñando con
escapadas en el futuro o dándose a la causa de
la humanidad, pero Saturno, el maestro del deber, dice:
antes de nada debes aprender quien eres, antes de poder
enseñar a los otros.
Ciertamente, debe ser glorioso surgir de las cenizas
como el ave fénix, como se esfuerza en hacer
Plutón, pero Saturno, el maestro, dice: no puedes
trasformarte hasta que no te hayas formado.
No huyas a la vida ¡vívela por encima de
todo! Saturno es el regente de la casa X, el punto más
alto del tema, es a lo que es necesario llegar en esta
encarnación terrena, representa nuestro ego y
aquí nosotros vivimos las experiencias de nuestros
conflictos y de nuestras inseguridades más grandes.
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