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PARTE DE LA FORTUNA: FACTOR DE MOVILIDAD SOCIAL (I)

 

La Astrología moderna hace muchos años dejó de lado un recurso interpretativo tenido muy en cuenta por los astrólogos de la Antigüedad y de la Edad Média: el cálculo de las llamadas Partes Arábicas. Su uso correcto viene siendo rescatado en las prácticas de los investigadores adeptos al modelo clásico de la Astrología, cuyo número, con mucha satisfacción, va creciendo cada año.

De entre las Partes Arábicas, la que gozó de mayor importancia fue la Parte de la Fortuna. Como las otras Partes Arábicas, la de la Fortuna es un punto ficticio, no un cuerpo celeste. Es la síntesis de una relación matemática entre Sol, Luna y Ascendente, lo que representa, en pocas palabras, un foco, un punto de convergencia de la necesidad humana de conseguir un estado de bienaventuranza en el nivel material. Además, el nombre de la Fortuna deriva de "fortuito", "azar", "hado"; y también está relacionada con la condición social del individuo, ya sea momentanea o duradera. Fortuna no quiere decir exclusivamente, como cree nuestra cultura, una gran suma de dinero. La idea que los antiguos tenían de este concepto era la de cambio de condiciones, independientemente de la voluntad humana.

El enfoque de este artículo es la posibilidad de elevación social y material representada por la toma de conciencia de los potenciales indicados por la Parte de la Fortuna en el mapa astrológico. Este abordaje se contrapone a la visión fatalista de la llamada Rueda de la Fortuna cultivada en el mundo antiguo y medieval y también en nuestros días, en diversas culturas, sobre todo en las del Occidente cristiano. Para exponer correctamente esta reflexión, es necesario hacer una disociación de la visión mística que por muchos años predominó en el pensamiento astrológico. Es importante también comparar las nociones de Parte y de Rueda que los practicantes de la Astrología tienen hoy.

Los astrólogos de línea espiritualista y psicológica suelen atribuir matices diferenciados a este punto focal. Tratan de cuestiones que interpretan bienestar no como mera y sencillamente sinónimo de posesiones y de un buen peculio en la cuenta bancaria. Demuestran que el nivel de satisfacción parte de un estado de ser integrado, mucho más de lo que da la satisfacción de las necesidades básicas de supervivencia o del deseo de opulencia. El lector notará que no disiento en estas afirmaciones, pero amplío la percepción originaria de la idea de Fortuna tal como se desarrolló en la mentalidad occidental a lo largo de los siglos. Y no era solo el beneficio. Existían la "buena" y la "mala" fortunas.

También es habitual la confusión entre la Parte, un factor astrológico, y la Rueda de la Fortuna, símbolo bastante difundido en función de uno de los arcanos del Tarot. Este arte se difundió extraordinariamente en la cultura popular. Ambas no son exactamente la misma cosa. De todos modos, la Rueda de la Fortuna tampoco es un concepto creado con el Tarot, a pesar del simbolismo de éste al partir del mismo principio que originó el término y plasmarse correctamente en la comprensión de la mutabilidad de las condiciones humanas.

La Rueda de la Fortuna es un concepto que tomó cuerpo con mayor claridad en la Edad Media, pero viene de épocas anteriores a la tradición helenística. Como reiteran los intérpretes del Tarot, la Rueda representa la posibilidad de ascensión y de satisfación momentáneas, tal como los ciclos de la naturaleza, como las estaciones del año, que se repiten, pero nunca permanecen más tiempo del debido. Así, el ser humano, ignorante de las posibilidades de actuar en armonía con el flujo de los acontecimentos, o con las compensaciones naturales del ambiente en que vive, vaga víctima de la "suerte", del "azar" o hasta del karma, según la doctrina espiritualista.

La comprensión medieval de la Rueda de la Fortuna Parte de la Fortuna, vocación y prosperidad

 

La comprensión medieval de la Rueda de la Fortuna

La Edad Media recibió la imagen de la Rueda de la Fortuna a través de la obra de Boecio, en el siglo XIII. Abajo, transcribo un párrafo de la investigación de los historiadores Ricardo de la Costa (Universidad Federal del Espíritu Santo) y Adriana Zierer (Universidad Federal Fluminense) sobre Beocio, Ramon Llull (que vivió entre 1232 y 1316) y el significado de la Rueda de la Fortuna:

El filósofo catalán [Ramón Llull] compara la Parte de la Fortuna con los grupos sociales de la época, especialmente a los usureros, a quien critica. Como Boecio, muestra que las glórias de este mundo son fugaces y que el burgués que peca por avaricia y lucro será más tarde castigado por Dios. En la Doctrina Pueril (1274-1276) - una de las primeras obras pedagógicas en la Edad Media en lengua vulgar y uno de los primeros libros escritos para niños- Ramón usa la metáfora de la Rueda de la Fortuna para mostrar que los hombres se mueven en sus diversos ofícios:

"Así como la rueda que se mueve dando vueltas, hijo, los hombres que están arriba en sus oficios se mueven [labradores, herreros, mercaderes, zapateros etc.]. Luego, aquellos que están en el oficio más bajo en honra, desean subir cada día, tanto como los que están en el lugar soberano de la rueda, en el cual están los burgueses. Y porque la rueda va a girar y a inclinarse hasta abajo, conviene que el oficio de burgués caiga abajo."

Los hombres que están abajo en la Rueda aspiran a subir hasta arriba, y por eso la Rueda se mueve. Además de mostrar la intensa movilidad social de la sociedad medieval de mediados del siglo XIII, ésta es, sin duda, una crítica del autor a los nuevos valores sociales de los burgueses. En la Edad Media, burgués era el habitante de la ciudad no-clérigo, no-noble y no-estranjero, que ejercía determinadas actividades que le garantizaban una relativa independencia, estando ligado a dos categorías de ciudadanos, los mayores y mediocres, de acuerdo con los textos de la época.

Es importante recordar que la actividad mercantil era en principio condenada por la Iglesia, que era contraria a toda actividad relacionada al préstamo de dinero con intereses (usura).

Notemos que la posibilidad de movilidad social fue bastante criticada por el clero, en función de la idea de que cada clase social tiene su status inmutable por decreto divino. Según este punto de vista, desear el ascenso social, alcanzar una condición donde no sea preciso ejercer una actividad sufrida para la supervivencia, sería una negación del destino y, por consiguiente, de la vida que "Dios trazó para cada uno".

Movilidad social era un concepto nocivo para los Estados aristocráticos. El hado, el destino, la imposición divina, justificaban mantener el poder y el control ideológico de las masas campesinas de trabajadores. Podemos decir que el trabajo, el esfuerzo y la competencia eran características que no podían alterar la condición social y material de alguien. Se tenía, de este modo, la visión perenne de la posición social, inmovilidad esta mantenida, tanto en el medievo como en la contemporaneidad, por el sistema de creencias de cada individuo o de cada cultura.

La creencia en la Fortuna, desde la antigüedad greco-romana, tiene sus raíces probables en la yuxtaposición de los vocablos (o nombres de diosas) Fors - "la que trae" - que puede ser interpretada como algo parecido a providencia, y Tyche, diosa asociada al azar.

La gran diferencia entre la Parte de la Fortuna y el concepto, inapropriadamente mezclado, de la Rueda está en el hecho de la Parte es un punto, un indicativo en el mapa, la mayoría de las veces, considerado favorable en aquel trecho del mapa astrológico. Se calcula de modo diferente de acuerdo con la natividad, si es diurna o nocturna.

Aquí es oportuna una nota: a pesar de la regla, usada con éxito por astrólogos como Bonatti y Manilius, hay casos, perdonenme por la herejía los astrólogos clásicos más puristas, en que el cálculo diurno parece ser adecuado también para la natividad nocturna. Es cuestión de experimentar y contraponer los dos modelos hasta que se llegue a un denominador común. El concepto de Rueda de la Fortuna puede ser aplicado al mapa montado con la Parte de la Fortuna en el Ascendente, el llamado Círculo de Atlas, como tan bien explica la astróloga Bárbara Abramo en su artículo de Constelar nº 16. De este mismo artículo extraemos un párrafo en concordancia con el asunto que ahora tratamos:

La idea de un cuerpo celeste (la Luna) relacionado con la movilidad que detona en la Tierra los fenómenos de los principios celestes se mantuvo mucho tiempo tras la era alejandrina y está viva y activa en la Astrología Horaria y también cuando se habla de la Luna fuera de curso.

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