Astrología, disciplina que observa, analiza y
estudia las posiciones y movimientos de los astros, en
especial el Sol, la Luna, los planetas y las estrellas,
relacionándolos con el desarrollo de los acontecimientos
que se producen en la Tierra.
Los astrólogos sostienen que la posición
de los astros en el momento exacto del nacimiento de una
persona y sus movimientos posteriores, reflejan el carácter
de esa persona y por tanto su destino. Durante siglos
los científicos han rechazado los principios de
la astrología; sin embargo, millones de personas
continúan creyendo en ella o practicándola.
Los astrólogos realizan cartas astrales llamadas
también horóscopos que sitúan la
posición de los astros en un momento dado, como
el nacimiento de una persona, por ejemplo, y a partir
de ellas emiten sus conclusiones sobre el futuro de esa
persona. En una carta astral se sitúa la eclíptica,
trayectoria anual aparente del Sol a través del
cielo, con las doce secciones que reciben el nombre de
signos del zodíaco, que son Aries, Tauro, Géminis,
Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpión, Sagitario,
Capricornio, Acuario y Piscis.
A cada planeta (incluyendo al Sol y la Luna) se le da
un signo particular dependiendo del lugar de la eclíptica
en que aparece dicho planeta y del momento en que se hace
el horóscopo. Cada planeta representa tendencias
básicas humanas y cada signo un conjunto de características
humanas.
Cuando los astrólogos designan a una persona por
un signo determinado -como Leo o Piscis, por ejemplo-
se están refiriendo al signo Solar de esa persona,
esto es, al signo que el Sol ocupaba en el momento de
su nacimiento.
El horóscopo está dividido también
en doce casas, que comprenden el periodo de 24 horas durante
el cual la Tierra completa un giro alrededor de su eje.
Cada casa está relacionada con determinadas situaciones
en la vida de una persona, tales como el matrimonio, la
salud, el trabajo, los viajes y la muerte. Los astrólogos
realizan sus predicciones interpretando la posición
de los astros dentro de los signos y las casas del horóscopo.
La astrología es una práctica antigua que
diferentes civilizaciones parecen haber desarrollado independientemente.
Los caldeos, que vivieron en Babilonia (hoy Irak), habían
desarrollado ya en 3000 a.C. una de las formas originales
de la astrología. Los chinos la practicaban en
el 2000 a.C. En la antigua India y en la civilización
maya de América del Norte y Central se desarrollaron
otras variedades. Estas civilizaciones debieron observar
que determinados astros, especialmente el Sol, influían
en el cambio de las estaciones y en el éxito de
las cosechas. Basándose en estas observaciones
desarrollaron un sistema más amplio, en el que
los movimientos de otros astros como los planetas influían
o representaban otros aspectos de la vida.Hacia el siglo
V a.C, la astrología se extendió a Grecia,
donde filósofos como Pitágoras y Platón
la incorporaron a sus estudios sobre religión y
astronomía. Durante la edad media fue ampliamente
practicada en Europa, a pesar de que autoridades cristianas
como Agustín, arzobispo de Canterbury en 600 d.C.,
la condenaron. Hasta el siglo XVI muchos sabios consideraron
la astrología y la astronomía como ciencias
complementarias. En aquella época, los descubrimientos
realizados por astrónomos como Nicolás Copérnico
y Galileo Galilei socavaron algunos de los fundamentos
de la astrología. A partir de entonces, pocos científicos
han prestado una atención seria a la astrología.
ORIGENES DE LA ASTROLOGÍA
No se conoce de modo preciso la época en que nació
la Astrología. Los primeros documentos importantes
que poseemos nos enseñan que las observaciones
de los astrólogos caldeo-asirios y babilonios,
se escalonan durante el primer milenio antes de nuestra
era. Uno de estos textos fue hallado entre los millares
de tablillas de ladrillo cocido, escritos en caracteres
cuneiformes, procedentes de las ruinas de la biblioteca
de Asurbanípal, en Nínive.
En aquella época, encontramos la astrología
íntimamente ligada a la mitología y a un
culto astral, seguiría así hasta la civilización
helénica. La cuna de la Astrología se sitúa
en Caldea. Se edificó un sistema de ideas acerca
de las relaciones existentes entre el curso de los astros
y el crecimiento de las plantas; entre las leyes que regulan
la vida de la humanidad y las que rigen la vida de la
naturaleza, y el universo. Todos los actos importantes
de estos pueblos estaban subordinados a los oráculos
e interpretaciones astrológicas. Después
se desarrolla en Egipto, China, Roma y Grecia.
A partir del siglo XI le está reservada a la Astrología
una gran prosperidad en el occidente. Dante ha quedado
fuertemente impregnado por ella, su Divina Comedia es
una epopeya Cosmológica. El Doctor Admirable de
Bacon, se inspira en el concepto astrológico. Alfonso
X, rey erudito, aprende este conocimiento de Alcabizio
y hace construir las tablillas alfonsinas, de uso tanto
astronómico como astrológico. Paracelso,
médico astrólogo y alquimista utilizó
el simbolismo astrológico en la curación
de sus pacientes. Copérnico estuvo toda su vida
trabajando por la Astrología. Catalina de Médicis
fue una de las soberanas más imbuidas en la astrología.
Képler, genio de la humanidad y uno de los más
grandes astrólogos, crea la Astrología moderna,
Depuró notablemente la tradición astrológica
y terminó por declarar: "veinte años
de estudio práctico han convencido a mi espíritu
rebelde de la realidad de la Astrología".
El repudio de la astrología es un fenómeno
complejo que merece un profundo análisis y tiene
sus raíces en la condenación que el sistema
heliocéntrico de Copérnico, hace del de
Ptolomeo. Es satisfactorio constatar que las convicciones
astrológicas de ambos no se debilitaron en absoluto.
La aparición de la lente desvía al astrónomo
de la especulación astrológica, los descubrimientos
de los glóbulos sanguíneos, de los espermatozoides
y del óvulo, aclararon los misterios de la vida
y desde entonces se trató de observar el interior
del hombre y no su exterior; se empieza a condenar la
Astrología. El gran golpe se le da en 1966 cuando
Colbert funda la academia de ciencias, y prohibe expresamente
a los astrónomos ocuparse de la astrología
(se consuma la ruptura de las dos hermanas).
El fenómeno astrológico es un proceso social
que se integra en uno más histórico y general,
en unión con la revolución científica
y cultural, y da lugar a una agitación; un nuevo
soplo tiene un carácter realmente sensacional que
hacen temblar las nociones fijadas por la razón.
Los descubrimientos de los rayos catódicos, de
los X, de las radiaciones, del electrón, del protón,
del átomo, de los microorganismos, los virus y
rayos cósmicos. En el momento en que se disponen
a conquistar el cielo y en el que el primer submarino
explora el fondo de los mares, el psicoanálisis
edifica un sondeo de las profundidades de la vida psíquica.
En filosofía Bergson sitúa el papel de la
intuición en centro del conocimiento. En la ciencia
la mayoría de los descubrimientos están
en completa contradicción con los principios admitidos,
y los mismos sabios están desorientados. Esta crisis
de crecimiento aturdidor de la época 1899 no señala
más que un comienzo.
El principal cambio se sitúa de 1927-1935. La
astrología comienza a dar de qué hablar,
la prensa se ampara en ella y asistimos al comienzo de
la horoscopía cotidiana. En Bélgica se organiza,
La Sociedad de Astrólogos. En Francia y Alemania
se construye una comunidad cultural para el estudio de
la astrología, formada por los médicos y
los profesores de las facultades . Austria, Holanda y
Suiza tendrán su movimiento astrológico,
incluso en Polonia se llevaron a cabo congresos internacionales
y posteriormente la astrología encuentra apoyos
como los del psicólogo Carl G. Jung, quien declaro
" Si personas que gozan de una mediocre instrucción
han creído hasta estos últimos años
que podrían burlarse de la astrología considerándola
liquidada desde hace mucho tiempo, esta astrología
remontándose desde las profundidades del alma popular
se presenta hoy de nuevo a las puertas de las universidades
que abandonó hace trescientos años"
.
EL AUTOCONOCIMIENTO
A los que estaban interesados en mejorar, Sócrates
les decía: "Conócete a ti mismo".
Es una frase fácil de pronunciar, pero aunque no
sea la cosa más fácil que podamos hacer
en esta vida, la astrología, con su simbología
planetaria nos puede ayudar a realizar ese sueño
de conocernos a nosotros mismos si tenemos siempre presente
sus límites, al igual que cualquier otra ciencia.
Nadie es fácil de entender porque el ser humano
se caracteriza por ser complejo, difícil, complicado,
contradictorio, variable, inaguantables... con características
y manías a cada cual más diferentes. Esto
hace posible que los patrones o modelos humanos sean inexistentes
y que nadie consiga conocerse del todo. De aquí,
surgió el mito, el ideal, la necesidad de un modelo
que se ajuste al ideal y al cual poder imitar o seguir.
Aunque en astrología disponemos de la tipología
planetaria para clasificar a los diferentes individuos,
no es fácil extraer los numerosos rasgos de la
carta porque sabemos que existen una multitud de factores
astrológicos a la hora de explicar un carácter:
(10 planetas + el Nodo) x 12 casas x 12 signos x 5 aspectos
= lo que hace un total de 7920 diferencias posibles en
principio, sin tener en cuenta de que cada ser humano
es distinto.
Para hacernos una idea, sería imposible analizar
todos los componentes de una carta como sería imposible
hacerlo con cualquier otra cosa. Podríamos poner
como ejemplo el significado de un hombre cualquiera que
pasea a un perro cualquiera: es un hombre adinerado porque
debe alimentar, vacunar, limpiar y cuidar a su perro;
es amante de los animales; le gusta la tranquilidad junto
a los animales; prefiere la compañía animal
porque se entiende muy bien con ellos; porque es presona
de difícil convivencia; es muy afectuoso con los
animales; es un burgués; se siente muy apegado
a la naturaleza; es muy sensible a la naturaleza animal...
y dentro de todas las formas posibles podríamos
continuar hasta el infinito solamente variando el tipo
de dueño, de animal, de elementos, etc. Esto sería
la interpretación del binomio hombre-perro. No
sería lo mismo una persona con un dóberman
que con un dálmata; el nivel social que posee,
la ropa que viste...
La simbología planetaria es así, pues se
puede extender hasta el infinito a la hora de analizar,
por ejemplo, Urano en la Casa VI o en Escorpio. Analizando
los componentes de una carta astral podemos llegar a conclusiones
extrayendo la idea principal de cada aspecto: El signo
solar, los aspectos que recibe el Sol, el regente del
Sol, los aspectos que recibe, el ascendente y su regente,
los planetas que se encuentran en el ascendente y los
aspectos que reciben. No debemos olvidar que la Luna es
la indicadora del ámbito emocional de la persona,
así como el resto de las configuraciones planetarias
y los aspectos que les unen.
El modo de proceder ha de ser detallado y no debemos
ceñirnos únicamente al análisis del
Sol, el signo o el ascendente si queremos esquematizar
una personalidad. Aun así, nos sorprenderá
la cantidad de facetas que encontramos y lo fructífero
que puede ser este descubrimiento. A lo largo de una vida,
no todas las facetas de una persona se pueden manifestar,
pero irán apareciendo, según las influencias
planetarias, una u otra faceta por el efecto que los tránsitos
planetarios producirán a lo largo de nuestra vida,
despertando esas facetas que llevamos latentes en nuestro
interior. Esto explica que una persona exteriorice a lo
largo de su vida una serie de inquietudes que eran únicamente
potenciales, porque la influencia planetaria se ha encargado
de despertar y el individuo de desarrollar o exteriorizar.
Es muy interesante el estudio de las previsiones y de
los futuros ciclos de cada ser humano, pero ante todo
hay que comprometerse profundamente en el estudio psicológico
para saber cómo actuará una persona frente
a las influencias que le afectan en un momento de su vida.
Hay personas que son más receptivas a uno u otro
planeta o incluso a todos o a ninguno, según si
la persona está en armonía con las energías
de determinado planeta, si trata bien a su cuerpo, si
está en armonía con las leyes del sentido
común, si en defintiva se cuida o no. Este es un
factor fundamental a la hora de estar receptivos a las
influencias planetarias y a recibir las diferentes influencias.
EVOLUCIONAR Y MEJORAR
Sinceramente, hay que reconocer que en la mayoría
de los casos permanecemos prisioneros de nuestro comportamiento
y de los hábitos que nos ha dictado nuestro nacimiento
porque por ignorancia pensamos que no podemos ni cambiar
ni mejorar. ¡Qué equivocados estamos ahora
a la entrada del siglo XXI! Debemos cultivar, y no olvidar,
la fuerte convicción de que somos libres para elegir
y para decidir dentro de nuestro contexto racial, intelectual
y social del que formamos parte. Para unos, el contexto
en el que se relacionan puede ser muy restrictivo; para
otros expansivo, dependiendo del desarrollo, de la voluntad
de y de los factores relativos que rodean y motivan a
cada individuo.
Pongamos como ejemplo el de un norteamericano que en su
propio país no se adapta a lo que le exige su propio
entorno. Está en paro, se rebela, se vuelve contestatario,
está enfrentado con todo el mundo, puede caer en
la delincuencia y decide emigrar a España. En este
país europeo, se da cuenta de que la sociedad,
por su diferencia, le acoge mejor por su calidad de extranjero,
admira su preparación intelectual, se encuentra
más a gusto por el clima, su dinero vale mucho
más, se siente más cómodo... Este
americano se encuentra más libre, más aceptado,
menos atado y con una mejor preparación técnica
frente a ese nuevo entorno que le puede facilitar un mejor
desarrollo si acaba por adaptarse a las diferencias culturales
y a lo que el cambio le exige, naturalmente. Incluso puede
terminar por instalarse en España e iniciar una
actividad en la que pueda aprovechar su condición
de americano para facilitar relaciones comerciales, puede
dar clases de inglés si está preparado,
etc.
La sociedad actual nos brinda una gran oportunidad, con
sus medios educativos, la libertad de pensamiento y de
enseñanza, la libertad de expresión, para
mejorar en el ámbito que necesitemos hacerlo. No
debemos negar ni tampoco renunciar a la posibilidad de
que podemos mejorar y, con ello, progresar, como si fuéramos
un edificio en el que podemos realizar modificaciones
tanto para bien como para mal. Nuestro sistema de valores
puede actuar a nuestro favor o en nuestro perjuicio, pero
no cabe duda de que existe la posibilidad de que podemos
dominar mejor nuestras reacciones y enfrentarnos mejor
a nuestra vida laboral, sentimental o familiar sacando
mejor provecho de nuestras capacidades allí donde
sea susceptible de producirse.
Esta manera evolutiva de ver una carta natal estimula
y motiva a la hora de efectuar un análisis completo
de la carta astrológica, sobre todo para el cliente
que la solicita, que puede complementarse perfectamente
con un estudio grafológico, con entrevistas o con
cualquier otra técnica que ayude a esclarecer las
particularidades del comportamiento. En el caso de problemas
sentimentales, el contacto sincero entre el astrólogo
y el consultante posibilita que los problemas se comprendan
mejor.
Como en todos los oficios, la paciencia es la madre de
la ciencia y es necesaria experiencia, tiempo, destreza,
espíritu de ayuda y comprensión para que
se pueda observar de una forma clara cualquier problema
y se dé una puerta de salida hacia el bienestar
del consultante. No obstante, el astrólogo siempre
verá necesario consultar los manuales que sean
pertinentes para asegurarse del significado de los diferentes
aspectos de la carta, pero no hay que olvidar que todos
debemos poner de nuestra parte, siendo obligatorio que
el astrólogo proporcione una buena orientación
y que el consultante añada valor, acción,
voluntad, motivación, y si es necesario riesgo
y decisión, para llegar a donde quiere llegar.
Esto es imprescindible para ampliar el espacio vital al
que todo ser humano quiere aspirar porque las estrellas
no nos darán nada si nosotros no hacemos el esfuerzo
necesario por nuestra parte. Pero no quepa ninguna duda
de que nos colmarán de riquezas si contribuímos
a ello.
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