Comentario de Bettina Marfetán:
Esta Alegoría me resultó una lectura preciosa,
más allá de las creencias de cada uno,
describe en forma clara y práctica a cada signo
y su tarea básica lo que nos lleva a nua comprensión
cabal de lo que cada signo tiene asignado, y recorriendo
esta lectura encontraremos que recordamos a alguien
con su signo solar e identificaremos lo global de su
forma de moverse en la vida.
Aquí comienza:
"......... Y fue por la mañana cuando Dios
se encontró ante sus doce hijos y plantó
la semilla de la vida humana en cada uno de ellos.
Uno a uno, cada hijo se adelantó para recibir
el don concedido.
A ti, Aries, te concedo mi semilla el primero, para
que tengas el honor de plantarla. Que por cada semilla
que plantes un millón más se multiplique
en tu mano. No tendrás tiempo para ver crecer
la semilla, pues cada cosa que plantes creará
más que tendrá que ser plantado. Serás
el primero en penetrar en el terreno de las entes humanas
con mi idea. Pero tu trabajo no consiste en alimentar
la idea ni en cuestionarla. Tu vida es acción,
y la única acción que yo te adscribo es
la de empezar a hacer que los hombres cobren conciencia
de mi creación. En compensación por tu
buen trabajo, te concedo la virtud de la autoestima.
Tranquilamente, Aries se retiró para volver a
ocupar su lugar.
A ti, Tauro, te concedo el poder de convertir la semilla
en sustancia. Tu trabajo es grande y requiere paciencia,
pues debes terminar todo aquello que haya sido empezado,
para que las semillas no se pierdan en el viento. Ni
te cuestionarás ni cambiarás de idea en
medio de tu trabajo, ni dependerás de otros para
hacer lo que te pido que hagas. A cambio, te concedo
el donde la fortaleza. Utilízala sabiamente.
Y Tauro retrocedió para volver a ocupar su lugar.
A ti, Géminis, te entrego las cuestiones sin
respuestas, para que puedas aportar a todos una comprensión
de lo que el hombre ve a su alrededor. Nunca sabrás
porqué los hombres hablan o escuchan, pero en
tu búsqueda de las respuestas hallarás
el don, que te concedo, del conocimiento. Y Géminis
retrocedió para volver a ocupar su lugar.
A ti, Cáncer, te adscribo la tarea de enseñarles
a los hombres lo que es la emoción. La idea que
tengo sobre ti es que les hagas reír y llorar,
de modo que todos ellos vean y piensen que la plenitud
se desarrolla desde el interior. A cambio te concedo
el don de la familia, para que tu plenitud pueda multiplicarse.
Y Cáncer retrocedió para volver a ocupar
su lugar.
A ti, Leo, te encargo la tarea de desplegar mi creación,
en toda su brillantez ante el mundo. Pero debes llevar
cuidado con el orgullo y recordar siempre que se trata
de mi creación, y no de la tuya. Porque si olvidas
eso, los hombres se burlarán de ti. Hay mucha
alegría en el trabajo que te encargo si sabes
hacerlo bien. A cambio te concedo el don del honor.
Y Leo retrocedió para volver a ocupar su lugar.
A ti, Virgo, te pido que examines todo aquello que
ha hecho el hombre con mi creación. Tienes que
escudriñar agudamente sus formas y recordarle
sus errores, de tal modo que, a través de ti,
se pueda perfeccionar mi creación. A cambio de
ello te concedo el don de la pureza de pensamiento.
Y Virgo retrocedió para volver a ocupar su lugar.
A ti, Libra, te encargo la misión del servicio,
para que el hombre sea consciente de sus deberes para
con otros. Para que sepa lo que es la cooperación
así como la habilidad para reflejar el otro lado
de sus acciones. Te situaré allí donde
haya desacuerdo y recompensaré tu esfuerzo con
el don del amor. Y Libra retrocedió para volver
a ocupar su lugar.
A ti, Escorpio, te encargo una tarea muy difícil.
Tendrás la habilidad para conocer las mentes
de los hombres, pero no te permito hablar sobre aquello
que hayas aprendido. En muchas ocasiones sentirás
dolor por lo que ves, y en tu dolor te alejarás
de mi, y olvidarás que no soy yo, sino la perversión
de mi idea lo que está causando tu dolor. Verás
tanto del hombre que llegarás a conocerlo como
un animal, y lucharás tanto con sus instintos
animales existentes en ti mismo, que perderás
tu camino, pero cuando finalmente regreses a mi, Escorpio,
te concederé el don supremo de la firmeza. Y
Escorpio retrocedió para volver a ocupar su lugar.
Sagitario, te pido que hagas reír a los hombres
porque, como consecuencia de su mala interpretación
de mi idea, se sentirán amargados. Gracias a
la risa darás esperanza al hombre, y gracias
a la esperanza ellos volverán sus ojos hacia
mí. Tocarás muchas vidas aunque sólo
sea por breves instantes, y conocerás la inquietud
en cada una de las vidas que toques. A ti, sagitario,
te concedo el don de la abundancia infinita, para que
puedas extenderla con la suficiente amplitud como para
alcanzar cada rincón de oscuridad llevando la
luz a él. Y Sagitario retrocedió para
volver a ocupar su lugar.
A ti, Capricornio, te pido la herramienta de tu frente,
para que puedas enseñar a los hombres a trabajar.
Tu tarea no es fácil, pues tendrás la
sensación de que todos los trabajos de los hombres
descansan sobre tus hombros: pero a cambio del yugo
de tus cargas, pongo en tus manos la responsabilidad
del hombre. Y Capricornio retrocedió para volver
a ocupar su lugar.
A ti, Acuario, te entrego el concepto del futuro,
para que el hombre pueda ver otras posibilidades. Tendrás
que sufrir el dolor de la soledad, pues no te permito
que personalices mi amor. Pero a cambio de abrir los
ojos de los hombres a nuevas posibilidades, te entrego
el don de la libertad, para que con ella puedas seguir
sirviendo a la humanidad cada vez que ésta lo
necesite así. Y Acuario retrocedió para
volver a ocupar su lugar.
A ti, Piscis, te encargo la tarea más difícil
de todas. Te pido que recojas todas las penas de los
hombres y me las devuelvas a mí. Tus lágrimas
serán, en último término, mis propias
lágrimas. La pena que absorberás será
el efecto de la mala interpretación que pueda
hacer el hombre de mi idea, pero tu le ofrecerás
la compasión suficiente como para que él
vuelva a intentarlo. A cambio de ésta, la tarea
más difícil de todas, te concedo también
el mayor don de todos. Serás el único
de entre mis doce hijos en comprenderme. Pero este don
de la comprensión sólo es para ti, Piscis,
porque cuando intentes comunicarlos al hombre, éste
no te escuchará. Y Piscis retrocedió para
volver a ocupar su lugar.
Después Dios dijo:
Cada uno de vosotros participáis de una parte
de mi idea. No debéis confundir esa parte con
la totalidad de mi idea, ni tampoco debéis desear
intercambiar partes entre vosotros. Porque cada uno
de vosotros es perfecto, pero eso es algo que no sabréis
hasta que los doce seáis uno solo. Porque sólo
entonces se os revelará la totalidad de mi idea
a cada uno de vosotros.
Y los hijos se marcharon, cada uno decidido a hacer
su trabajo lo mejor posible para poder recbir así
su don. Pero ninguno de ellos comprendió por
completo ni la tarea a realizar ni el don a recibir,
y cuando, extrañados, regresaron, Dios dijo:
Cada uno de vosotros creéis que los dones de
los demás son mejores. En consecuencia, os permitiré
cambiar.
Y por el momento cada hijo se regocijó al considerar
todas las posibilidades de su nueva misión. Pero
Dios sonrió y dijo:
Regresaréis a mi muchas veces, pidiéndome
que os alivie de vuestra misión y en cada ocasión
yo os garantizaré el cumplimiento de vuestro
deseo. Pasaréis por incontables encarnaciones
antes de completar la misión original que os
he prescrito. Os concedo un tiempo incontable para hacerlo,
pero sólo cuando esté hecha podréis
estar conmigo.
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