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Autor: Armando Profita
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ESOTERISMO Y APLICACIÓN DEL QUINTIL

Ignorado por Tolomeo y por los autores antiguos y hoy relegado entre los aspectos menores; el ángulo de 72 grados, denominado “quintil”, es generalmente descartado en la praxis o poco y mal utilizado. De todos modos, en los últimos tiempos este aspecto ha despertado el interés de diferentes estudiosos. Este interés también se ha dado entre los italianos, como prueban diferentes ensayos publicados al respecto en “Linguaggio Astrale” firmado por autores como G. Pandolfi (n. 86), Andrea Rognoni (nn. 87,99), Liliana Cosentino (n. 92) y Antonio Alesi (n. 93).

Entre los más importantes trabajos sobre el tema despunta la rigurosa investigación sobre el EFFETTO EUREKA de M. Kollerstrom y M. O’Neil. Estos autores han evidenciado que el potencial creativo y las dinámicas de los momentos de inspiración de muchos hombres de ciencia están a menudo señalados por una frecuencia de quintiles y sextiles superior a la media teórica.

También nosotros nos hemos volcado en el estudio del quintil, empezamos investigando sus raíces, su esencia, la acción y los posibles efectos en las leyes ocultas de sus números y en las propiedades sutiles de su forma y después incluyéndolo entre los aspectos mayores del sistema de astrología cuantificada en el que trabajamos desde hace ya varios años. Estos trabajos queremos compendiarlos en un tratado completo sobre la interpretación del horóscopo, basado principalmente sobre la cuantificación de todas las componentes de un tema, tomando en primer lugar los aspectos.

Expondremos ahora algunos resultados de nuestras investigaciones, peor no sin introducir una necesaria premisa.

El detonante que nos empujó a investigar sobre el quintil fue la consideración de que si la medida de los ángulos de los 5 aspectos mayores comúnmente utilizados es una fracción del zodiaco procedente de la subdivisión de sus 360 grados por los divisores 1 (conjunción), 2 (oposición), 3 (trígono), 4 (cuadratura), 6 (sextil), no hay razón alguna para excluir de esta serie progresiva de divisores la quíntuple partitura propia del quintil.

Por otra parte no podíamos ignorar que la doctrina astrológica de Kepler está principalmente, si no exclusivamente, basada sobre los aspectos obtenidos de los lados de los polígonos regulares circunscritos en el círculo y relacionados con ciertos acordes musicales y que en este sistema, el quintil – plenamente acogido y dignificado por el ilustre astrónomo – se deduce del lado del pentágono regular que delimita la cuerda y el ángulo de 72 grados [1]: elementos, sobre los que ya hemos conducido estudios en otro ámbito.

A la luz de estas y de otras consideraciones, la escala de los 5 aspectos mayores de uso común comenzó a parecernos incompleta y parcialmente desequilibrada.

Esta escala de hecho comprende dos aspectos armónicos (el sextil y el trígono), dos aspectos desarmónicos (la cuadratura y la oposición) y un único aspecto ambivalente (la conjunción) armónico o desarmónico según los casos. Este último aspecto, a diferencia de los otros, no tiene ninguna correspondencia.

Dedujimos que un sistema más equilibrado habría debido comprender un sexto aspecto también ambivalente como la conjunción, es decir, capaz de expresar, según las leyes del cielo, o una armónica interacción o bien un conflicto entre las fuerzas en juego.

Aparte de todo esto, nuestro sistema de cuantificación de los aspectos exigía una serie de tres parejas de aspectos homólogos, para cuadrar unos cómputos que aquí sería largo de explicar. Para colmar ese vacío, la introducción del quintil nos parece la solución obligada porque, mientras sus números y su forma, al ser connaturales a la quíntuple subdivisión matemática del zodiaco y al lado del pentágono circunscrito en el círculo, completan naturalmente la escala de los números y de las formas de los otros aspectos mayores. Sus virtudes y la característica naturaleza doble y ambivalente atribuida por la Tradición a sus elementos constitutivos (el 5, el 72 y la estrella de cinco puntas) le conferían a primera vista las características ideales para formar pareja con la conjunción.

Acogemos, pues, al quintil entre los aspectos mayores y lo evaluamos atribuyéndole valores numéricos positivos o negativos por cualidad y potencia, deducidos por la progresión de índices planteados según ciertas coordenadas; más o menos como en la escala periódica de los elementos de Mendeleiev.

Pero vamos todavía más allá: ya que la Cábala, la mística pitagórica de los números y el simbolismo geométrico tradicional son tributarios de los números y de la forma radicados en el quintil de virtudes peculiares y de extraordinarios efectos sutiles sobre el plano invisible y sobre el plano visible – y de esto hay buena muestra en los cultos de las religiones primigenias y en los grimoires (nota de Astro-Campus: los grimoires son textos que registraban los conocimientos mágicos de la antigüedad) de la magia ceremonial– efectuamos una adecuada transposición sobre el plano astrológico de esas mismas leyes ocultas. Así obtuvimos por analogía las reglas sobre la acción del quintil e incluso de los aforismos interpretativos. En este punto, no faltaba más que verificar nuestras hipótesis en el banco de pruebas.

Ya que todavía estamos al principio de nuestro trabajo no hemos testado un número relevante de casos; pero el hecho de tratar temas particularmente significativos con resultados claros, unívocos y concordantes, nos anima a perseverar en nuestro diseño.

El método utilizado por nosotros consiste principalmente en individuar mediante la aplicación del quintil los trazos del carácter y los hechos, conocidos con anterioridad, pero difícilmente individuables o no individuables a través de la tradicional lectura de un tema. Por esta vía no han faltado las sorpresas.

Además, ya que la evaluación de los quintiles nos ha consentido integrar el valor total de los índices de calidad y potencia deducidos por los cálculos de los elementos considerados, la mayoría de las veces hemos conseguido resultados tan significativos porque las cifras así tratadas muy a menudo convalidan los modelos numéricos ideales de la hipótesis de partida; principalmente las dominantes.

No sabemos si nuestro método tiene rigor científico pero podemos sinceramente afirmar que desde los primeros resultados parece que funciona.

Después de este no inútil inciso, no falta otra cosa que entrar directamente en el esoterismo del quintil.

El simbolismo de este aspecto, huelga recordarlo, desciende del número cíclico 72, de los “misterios de la pentada”, de la estrella de cinco puntas circunscrita en el pentágono y de sus proporciones y de la génesis del dodecaedro a partir del pentágono.

De gran parte de estas materias nos hemos ocupado ya en nuestro libro “L’Astrologia Perduta” [2]. Omitiremos los argumentos ya tratados, limitando por razones de espacio nuestro análisis a algunos entre los más importantes campos inexplorados que tienen mayor y más significativa afinidad con nuestro objeto.

En la Cábala, para comenzar, el n° 72 es un número sagrado y desempeña un papel fundamental. En esta cifra de hecho radican los 72 atributos divinos y la configuración de los 72 Ángeles que dominan el universo y circundan el trono del gran Jehová: los “Shemamphorash”.

Los nombres de estos genios, que connotan sus virtudes y su acción sobre los diferentes planos del universo, se obtienen de 3 versos del “Éxodo”, el 19, el 20 y el 21, que en el texto original están compuestos cada uno por 72 letras.

Los 72 nombres de tres silabas de los Shemamphorash se obtienen de las combinaciones de tales letras extraídas del texto sagrado y combinadas según ciertas claves conocidas por los Cabalistas: las virtudes y la acción de los Shemamphorash provienen de la síntesis del nombre de cada uno con uno de los dos nombres divinos “IAH” o “EL”.

Ahora bien, lo que atrajo nuestra atención hacia estos potentes regidores del mundo invisible fue la correlación de su influencia con el zodiaco y su utilización mágica en clave astrológica. En la Cábala operativa, de hecho, cada uno de estos genios gobierna un quinario de grados equidistantes del zodiaco, vendrían a ser 5 quintiles en sucesión a partir del primer grado asignado.


Enrico Cornelio Agripa
El número 72 por lo tanto “es digno de ser destacado” dice Cornelio Agripa [3] en su monumental tratado “De occulta philosophia”, añadiendo que:

“… este número presenta mucha analogía con el doce; así, cualquier signo celeste que es dividido en seis partes resulta en setenta y dos números quinarios a los que presiden setenta y dos Ángeles y otros tantos nombres divinos; cualquier número quinario preside un lenguaje particular con tanta eficacia que los astrólogos y los fisonomistas pueden adivinar el idioma del que uno es oriundo”

En el capítulo 25° de la obra citada Agripa, para concretar, ilustra específicamente “en que modo los doctores judíos extraen los nombres sagrados de las sagradas escrituras (...) con las tablas de Ziruph” [4].

Recurriendo a las mismas fuentes de Agripa el conocido cabalista “Lenain” en “La sciencia cabalistica” – con subtitulo “L’arte di conoscer e Geni Benefici”, editado en París en 1823, ilustra con amplio apoyo de tablas aplicativas los diferentes sistemas de astrología cabalística mediante los que los Shemamphorash pueden ser utilizados [5].

También Enél en su tratado de astrología cabalística “Trilogia de la rota” dedica amplio espacio a la misma materia y consigue incluso vislumbrar una cierta correlación entre los Shemamphorash y los hexagramas de “I CHING“ chinos[6].

Consideramos en este punto que si el quintil tenía tanta importancia en la astrología de los cabalistas, su inclusión en la astrología tolemaica era una aventura tentadora.

Pero para mayor seguridad llevemos todavía más a fondo nuestra investigación acerca de sus elementos constitutivos, también con la finalidad de sacar las reglas aplicativas específicas.

Sobre las virtudes del 72 y su naturaleza de “número cíclico”, a menudo en relación a grandiosos fenómenos naturales como el de los Saros y el calendario precesional, hemos ya tratado suficientemente en “L’Astrologia Perduta” y su materia no la repetiremos [7]. Por razones de espacio omitiremos también el importante tema del quinario de los elementos de la tradición oriental, también simbolizado por el ideograma de la estrella de cinco puntas y limitaremos sobre todo nuestra exposición a los “misterios de la pentada” de la enseñanza pitagórica.

En tal ámbito, al número CINCO le ha sido siempre atribuida una extraordinaria importancia, sobre todo por su natural vocación de conciliar los diferentes y los opuestos gracias a su estructural derivación de la suma del primer número par– el dos – con el primo número impar– el tres.

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