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Autor:
Juan Antonio Revilla
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SOBRE LA SINCRONICIDAD EN LA ASTROLOGÍA
I. Introducción

Para que halla sincronicidad tiene que haber sincronía, coincidencia en el tiempo/espacio. En mi opinión esta sincronía no existe en la astrología desde el punto físico o "natural", como generalmente se entiende.

Cuando se habla de "sincronicidad", uno generalmente entiende que se trata de una correspondencia en el tiempo entre dos hechos o fenómenos (el celeste y el terrestre o psíquico), que suceden simultáneamente, paralelamente. Se asume una correspondencia directa entre lo que pasa en el cielo y lo que pasa en la tierra (o en nuestras vidas, en nuestra conciencia), sobre el presupuesto de que la astrología opera a partir de una conexión de este tipo.

Sin embargo, en la práctica las cosas son muy diferentes. Cuando hablo de "práctica" me refiero a la observación muy simple de la manera en que los astrólogos proceden, y han procedido u operado desde los inicios de la astrología horoscópica.

Siento que cuando el concepto se entiende como la "concordancia" entre lo interno y lo externo, aparece en su correcta luz, al introducir la experiencia psíquica, el punto de vista de la conciencia. No hay duda para mi de que a una manifestación de la conciencia corresponde otra manifestación del mundo, que una refleja a la otra. No hallo ningún problema con esa idea y simpatizo con ella.

El problema es cuando se trata de utilizar esto para explicar cómo funciona la astrología. Mis comentarios se refieren específicamente a las herramientas usadas en astrología. El error, a mi entender, surge de la diferencia que hay entre la idea que generalmente se tiene de la astrología (la correspondencia cielo/tierra), y lo que los astrólogos realmente hacen, es decir utilizar una serie de herramientas o técnicas para modelar esta correspondencia. La forma en que dichas herramientas "diagraman" o modelan el tiempo y el espacio no es sincrónica con la naturaleza, a mi entender y por las razones que expongo, y por lo tanto no se podría usar la "sincronicidad" para explicar cómo funcionan dichas herramientas.

Está claro que sincronía no es lo mismo que sincronicidad, y que tal vez no estoy usando la fraseología correcta, pero también esta claro que sin sincronía o coincidencia en el tiempo, no hay sincronicidad.

Una vez aclarado que la sincronía es requisito y condición de la sincronicidad mas no su definición, los argumentos que siguen no se alejan de la forma en que Jung usa el término.

 

II. EL TIEMPO REAL

Decir que hay una sincronía --en oposición a una relación secuencial generalmente interpretada como "causa y efecto" -- entre los ciclos astrológicos y los ciclos de nuestras vidas equivale a decir que la astrología trabaja en "tiempo real", es decir, que lo que observamos o calculamos con las herramientas astrológicas está realmente sucediendo en un momento dado, y que eso que está aconteciendo que las astrología está midiendo o calculando, se refiere directamente a lo que está sucediendo en la vida, o en la conciencia, etc., es decir, "en tiempo real".

En la forma especifica que utilizo la frase "tiempo real", se refiere al tiempo físico únicamente, en el entendido de que mis objeciones se refieren al presupuesto de que la sincronicidad se entiende entre sucesos que coinciden en el tiempo física y objetivamente hablando. La frase "in real time" la estoy utilizando específicamente en la manera en que se utiliza en las ciencias de la computación: es el tiempo físico transcurrido, el que se requiere para la continuación de un proceso físico.

Comprendo que en psicología, en la conciencia subjetiva, el "tiempo real" no existe. Pero difícilmente podría comparar yo las mediciones astrológicas, que son matemáticas, precisas, objetivas, con este tiempo subjetivo de la conciencia. Es decir, podemos considerar la astrología como la medición (objetiva) de este "tiempo irreal" de la conciencia subjetiva, pero no podríamos decir que el "tiempo" que mide la astrología, y el tiempo físico real "coinciden", pues suceden en dos planos diferentes.

Pero, de hecho, la astrología casi nunca opera en tiempo real, y cuando lo hace, lo hace de una manera muy limitada, y la sincronía es en realidad secundaria y no caracteriza a la astrología. El "mecanismo de relojería" de la astrología casi nunca opera en tiempo real. Existe una "coincidencia" de los planos, pero los planos no son sincrónicos, las cosas no están pasando al mismo tiempo.

Ejemplo: el sol progresado (progresión secundaria) en conjunción con Venus radical cuando la persona tiene 36 anos, correspondiente con un trascendental encuentro amoroso. En el mundo físico, la conjunción del sol progresado sucedió 36 días después del nacimiento, la cual se hace corresponder a los 36 anos de vida: el momento "celeste" (a los 36 días de haber nacido) y el evento "terrestre" (a los 36 anos de vida) son asíncronos, de allí que no hay "sincronicidad" puesto que no hay coincidencia en el tiempo entre los dos.

El punto en discusión es si la astrología opera mediante la sincronicidad. Debe haber una sincronía para que haya sincronicidad, y no hay sincronía entre la realidad que se está midiendo o modelando, y la medida. La medida (por ejemplo 36 días, o el mapa de nacimiento) se hace en un tiempo diferente al de aquello que es medido (36 anos, o un transito). No está en discusión que hay correspondencia entre los dos. Lo que discuto es que la correspondencia no es sincrónica, y por lo tanto no se puede hablar de sincronicidad.

Las progresiones y las direcciones operan mediante manipulación puramente simbólica --o analógica-- de unidades de tiempo (1 grado=1 ano, etc), nunca en tiempo real, nunca en "sincronía": no puede haber sincronicidad aquí!

La astro-meteorología y algunas aplicaciones de la astrología mundana al parecer son las únicas ramas que se me ocurren en este momento que utilizan verdaderas conexiones sincrónicas o en tiempo real, pero estas técnicas son precisamente las que están mas alejadas del contexto en el que siempre se pretende aplicar el concepto de sincronicidad (astrología natal y horaria).

III. EL MAPA NATAL

La herramienta fundamental que se usa en la astrología horoscópica, a diferencia de la astrología original de los babilonios, es el mapa natal o mapa radical. Son pocos los astrólogos que trabajan sin mapas. El mapa implica la técnica de "congelar" un instante del tiempo. Los mapas astrológicos son herramientas para "congelar" el tiempo artificialmente, por lo tanto, de partida, nos salimos del flujo natural de las cosas. Esa herramienta es usada por casi todos. A partir de allí, sobre el mapa resultante se aplican una multitud de técnicas o herramientas adicionales, de acuerdo con las preferencia de cada quien.

El mapa radical puede decirse que descansa en el principio de la "sincronicidad", pues se puede asumir una "sincronía" o correlación acausal entre aquello que aparece, o emerge, o nace, y los ciclos celestes o astrológicos. Pero todas la técnicas que se utilizan para manipular este mapa radical (progresiones, direcciones, tránsitos...), y que tradicionalmente representan la principal aplicación de la astrología, nunca operan mediante una sincronía entre el cielo y la tierra o las personas, lo que llamo "tiempo real".

Sin embargo, Puesto que un mapa o radical (natal, horario, etc.) es por definición el congelamiento de un instante pasajero que queda artificialmente "fijo" en el tiempo (algo que es imposible en la naturaleza), difícilmente podríamos llamar a esto "operar en sincronicidad". Por lo tanto incluso aquí el uso del termino "sincronicidad" es impropio y tangencial.

En pocas palabras: el mapa es sincronístico sólo en el momento de hacerlo y cuando se le considera aisladamente, pues por naturaleza se separa de la sincronicidad o correlación de los hechos de la experiencia a partir del momento en que el instante se congela. Además todas las técnicas "de tiempo" que se le aplican a este mapa son por necesidad asíncronas.

Las mismas objeciones se aplican a todas aquellas interpretaciones de la astrología que pretenden ver "causas naturales", "influencias" o "influjos" directos y en tiempo real de los astros sobre las cosas o personas. La astrología, en la práctica en oposición a la teoría, casi nunca opera con ese tipo de relaciones, no es "sincrónica" con la naturaleza, no opera en "tiempo real".

IV. LOS TRANSITOS

Los tránsitos a este mapa natal dan la semblanza de "sincronicidad" o tiempo real, pero esta se desvanece cuando nos damos cuenta de que estos se miden con respecto al mapa o radical, no por sí mismos. Los tránsitos no suceden entre lo que pasa en el cielo y alguna persona o entidad orgánica, sino que suceden entre un diagrama del cielo (no el cielo directamente, una distinción esencial) y un radical.

La astrología horoscópica (la que nosotros practicamos desde hace más de 2 milenios) funciona siempre mediante una operación diagrama-a- diagrama, nunca cielo-tierra o cielo-persona (No existe ninguna tecnología que se a capaz de hacer eso). En los tránsitos, el diagrama A (del cielo en tiempo real) se ve a través del filtro o la "pantalla" del diagrama B (el mapa radical), el cual representa una realidad de otro tiempo ya pasado. No hay sincronía. No hay sincronicidad. Los tránsitos nunca le suceden a la gente o en la naturaleza en tiempo real. Los tránsitos le suceden a los mapas, y son asíncronos.

Una objeción que a menudo se hace a esto surge de la hipótesis común de concebir el mapa de nacimiento como un "sello" que de alguna manera se mantiene "vivo" y activo a lo largo de la vida, de manera que los tránsitos a este "sello" estarían sucediendo en tiempo real.

La más importante objeción a esta hipótesis o metáfora es que se aplica únicamente al nacimiento de seres vivos, y deja sin explicar el resto de las aplicaciones de la astrología (mapas horarios, elecciones, mundana). La astrología hace mapas de eventos puramente simbólicos y subjetivos (como una pregunta, un suceso político, una nación, una firma de un contrato, un personaje ficticio de la literatura, etc.) para los cuales no existe un "cuerpo" en el sentido biológico-orgánico, por lo tanto el "sello" no tiene nada a que aplicársele aquí físicamente hablando. Dichos sucesos son simbólicos, subjetivos.

También hay que tomar en cuenta que una cosa es un tránsito "a una persona" y otra muy distinta un tránsito "a un diagrama". Una persona y un diagrama del cielo de nacimiento son dos cosas muy diferentes. La vida de la persona transcurre "en tiempo real", en simultaneidad (o sincronía) con los movimientos del cielo y de la naturaleza entera. La astrología basada en mapas natales no tiene manera alguna de trazar o de medir un tránsito sucediéndole "a una persona". Simplemente se asume el mapa natal <<como si>> fuera la persona. Los mapas natales no "transcurren" en tiempo real. están "fijos", y las técnicas de progresión, dirección etc., se basan en analogías entre unidades de tiempo, y tampoco transcurren "en tiempo real"

Otra objeción surge cuando nos damos cuenta de que podemos utilizar el momento de la muerte (de algún personaje histórico, claro está) como si fuera un radical igualmente poderoso (o más) y descriptivo de su vida y su carácter. En este caso nos enfrentamos a un "sello" que no ha sucedido todavía en el sentido físico "marcando" la vida del individuo. En este caso no hay sincronía tampoco. Por lo tanto no hay sincronicidad.

No hay duda que el "sello" del momento para el que se hace el mapa, de cualquier cosa que sea, orgánica o imaginaria, permanece, perdura en el tiempo. Pero esto no implica necesariamente que se trate de un "sello" en el sentido orgánico-biológico-físico, y definitivamente no lo es en todas las aplicaciones distintas de la astrología natal. Por lo tanto, cuando un tránsito "toca" algún punto de ese "sello", los dos acontecimientos (el tránsito y el momento del sello) no son sincrónicos en el sentido físico, y por lo tanto no hay "sincronicidad".

El mapa radical físicamente sigue siendo un momento que sucedió hace mucho en el pasado. Por lo tanto un tránsito a un mapa es un contacto entre dos planos de tiempo distintos, asíncronos, y no podríamos hablar de "sincronicidad" pues no hay coincidencia en el tiempo. El tránsito "a una persona" es imposible de calcular o de trazar en el sentido físico, pues le sucede por igual a todos los que están en el mismo sitio.

Por eso es que yo no estoy hablando de la realidad con la que el astrólogo trabaja, el fluir de los acontecimientos, sino de la naturaleza de las herramientas que el astrólogo usa para modelar o diagramar o analizar dicha realidad. Y las herramientas no trabajan con "tiempo real", no son sincrónicas, y no podemos por lo tanto hablar de sincronicidad. Otra cosa es la vida.

Podemos interpretar cualquier acontecimiento mediante la sincronicidad si queremos. Pero yo no estoy hablando de la vida o de la experiencia sino de las herramientas que usa el astrólogo, de como trabaja u opera la astrología.

La realidad es paradójica, y hay temas (como la realidad del "tiempo") que son difíciles de pensar. Tal vez no lleguemos a poder demostrar "lo que si", pero a veces es muy sencillo demostrar "lo que no". Por eso, si aceptamos la definición de la sincronicidad como refiriéndose a acontecimientos que coinciden en el tiempo y el espacio físicamente, creo, por las razones que he expuesto, que las herramientas que se utilizan en astrología no operan mediante "sincronicidad".

V. EL MOMENTO DE LA INTERPRETACION

El acto de interpretación y la consulta astrológica están llenos de hechos sincronísticos. Lo que he estado explicando es que no es eso lo que estoy discutiendo, sino la naturaleza de las herramientas que se usan en astrología, como objeciones a utilizar la sincronicidad para explicar por qué estas herramientas funcionan.

En un sentido amplio, haciendo uso del concepto de sincronicidad, si lo importante es el punto o el momento del "acto astrológico", es decir, el momento del "oráculo" o la interpretación, entonces no tiene importancia si uno utiliza un mapa natal de cualquier otra persona o época, o unos dados, o una baraja. Puesto que las herramientas astrológicas funcionan por la coincidencia de planos asíncronos (por ejemplo, un tránsito y el mapa natal, una revolución solar y el mapa natal, etc.), entonces no se puede usar la sincronicidad para explicar por qué funcionan estas herramientas directamente.

En otras palabras: LA SINCRONICIDAD EXPLICA EL ACTO INTERPRETATIVO Y EL EXITO DE LA ASTROLOGÍA, aunque esto pone a la astrología en el plano de la adivinación (y no lo estoy diciendo peyorativamente, creo que la adivinación está más cerca del hecho astrológico que "lo científico").

De esto se desprende también que la mediación de la psique del astrólogo es un elemento esencial en la astrología, que no hay astrología sin astrólogo, o, tal vez, que la Astrología es fundamentalmente un discurso. Aquí la linguística ayudaría mucho.

VI. CONCLUSION

Al parecer, todo depende de la condición de sincronía en el tiempo para que haya sincronicidad.

Yo quería enfatizar que --al menos para mí por las razones que expuse-- la astrología no trabaja u opera mediante una sincronía entre la medida (el diagrama del cielo) y lo que se está midiendo (la experiencia humana).

Si concebimos la sincronicidad como una correspondencia o correlación entre lo interno y lo externo simplemente, entonces no hay problema. Lo interno lo podemos llamar la conciencia (incluido "el inconsciente" y todo lo demás), y lo externo serían las medidas objetivas y matemáticas de la astrología basadas en ciclos o eventos astronómicos.

Pero la sincronicidad implica además "coincidencia en el tiempo" (de los hechos internos y externos), y ahí es donde la naturaleza de las herramientas usadas por el astrólogo (el mapa natal y las progresiones, direcciones y tránsitos) contradicen el que se trate de sincronicidad. Si pensamos en la idea convencional de la astrología como una correspondencia entre el cielo y la tierra, no hay problema. La correspondencia es totalmente sincrónica. El problema es que la astrología que nosotros practicamos no opera mediante la correspondencia directa cielo/tierra, sino mediante diagramas que no son sincrónicos, que no funcionan en tiempo real.

Juan Antonio Revilla
San José, Costa Rica, 18 de octubre del 2000

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