La Psicología Transpersonal como corriente psicológica
surge a mediados del siglo pasado como respuesta a viejos
supuestos y creencias tradicionales en torno a las interrogantes
más universales del concienciamiento humano.
Es así que a partir del estudio y la investigación
de pruebas provenientes de viejos y nuevos afluentes,
psicológicos y no psicológicos, orientales
y occidentales emerge la posibilidad de que nuestros
supuestos paradigmáticos acerca del potencial
inherente al ser humanos, así como en lo que
hace a la normalidad, la patología y el bienestar
emocional y psicológico hayan sido en el mejor
de los casos, un poco miopes.
La Psicología Transpersonal, en su calidad de
cuarta fuerza de la Psicología, luego del Conductismo,
el Psicoanálisis y la Psicología Humanista
intenta de esta manera, una expansión del campo
de investigación psicológica como tentativa
de y para incluir la posibilidad de experimentar y vivenciar
nuevas modalidades y estados de conciencia de nivel
óptimo, en algunos de cuyos casos se encontraría
implícita la capacidad de trascender los niveles
actuales y "normales" de nuestra personalidad
egoica.
Cabe destacar que no es factible el aseverar que esta
novel corriente psicológica implique una verdadera
teoría de la personalidad, en tanto que ésta
última (la personalidad) sería considerada
tan sólo como un aspecto más del conjunto
de nuestra naturaleza psíquica. La Psicología
Transpersonal se orienta más bien hacia una indagación
integral de la esencia y la existencia del ser.En este
sentido apreciamos que acudimos a lo que significa un
verdadero y fructífero quiebre paradigmático
con respecto a lo que es y ha sido la psicología
occidental. Como ya expresamos, esta disciplina da cuenta
de la existencia de un verdadero espectro de la conciencia
humana, similar a como entendemos el espectro lumínico,
por ejemplo.
Esta corriente, haciéndose eco de voces desoídas
en el transcurso de la historia por la mayoría
de la humanidad, pero que ahora se encuentra re-surgiendo
en su calidad de Filosofía Perenne, formula algunas
proposiciones que se contradicen al menos en parte con
algunos de los axiomas básicos de la ciencia
psicológica occidental moderna, pero que si dan
cuenta del mencionado espectro conciencial. Algunas
de sus afirmaciones hacen referencia por ejemplo al
hecho de que:
1) nuestro estado de conciencia vigil cotidiano se encontraría
bastante alejado de lo que podría ser considerado
como el nivel óptimo al que podemos aspirar en
nuestro proceso de humano desarrollo;
2) ello estaría dando cuenta de la existencia
de múltiples y variados estados concienciales,
algunos inferiores y otros superiores a nuestro estado
habitual;
3) los niveles superiores serían factibles de
ser alcanzados a través de ciertas prácticas
regulares y constantes; y
4) la comunicación verbal no siempre es el instrumento
comunicativo más adecuado para todos y en cualquiera
de los niveles del espectro de la conciencia.
Si bien no ingresaremos a la elucidación y dilucidación
de estos aspectos, nos hacemos eco de lo expresado en
"Un Curso de Milagros" cuando dice: "La
proyección es la base de la percepción.
El mundo que ves es lo que tú has puesto en él
y nada más... Es el testimonio de tu estado mental,
la imagen exterior de un estado interior. Tal como un
hombre piensa, así percibe. Por lo tanto, no
intentes cambiar el mundo; opta por cambiar tu manera
de pensar en el mundo". Como afirmara Buda: "Somos
lo que pensamos. Todo lo que somos surge con nuestros
pensamientos. Con nuestros pensamientos hacemos el mundo".
Con estas sabias expresiones hemos de articular una
relación biunívocamente complementaria
entre la Psicología Transpersonal y la Astrología.
Definamos entonces de qué manera concebimos a
la Astrología. Podemos decir que es una ciencia
simbólica que intenta explicarnos en cierto sentido,
cual es nuestro lugar en el proceso cósmico universal
en cuanto que partes co-constitutivas de un Todo mayor.
En ese sentido operaría como un verdadero mandala
cósmico sobre y en lo referente a nuestras necesidades
y motivaciones primeras, mostrándonos nuestros
recursos y potencialidades así como posibles
obstáculos o puntos inflexivos críticos.
Se hace imperativo a esta altura realizar un alto y
dejar expresa y enérgicamente asentado y manifestado
que la Astrología no da cuenta de una disciplina
"precisa" en el sentido cientificista del
término ni tampoco que se haya de configurar
como una herramienta predictiva capaz de dar cuenta
del sinnúmero de acontecimientos simples y/o
complejos, positivos y/o negativos que acaecen a lo
largo y ancho de nuestras vidas. Lo que si es la Astrología,
debemos recalcarlo, es una indicación, un bosquejo,
un mapa de ruta que nos muestra nuestros puntos fuertes
tanto como los débiles, así como posibles
áreas de expansión y áreas "oscuras";
potencialidades y recursos al tiempo que obstáculos
y frustraciones. Pero también nos dice como podemos
dar cuenta de nuestros recursos interiores y propios
para sacar a luz, armonizar e integrar a nuestro ser
aquellos aspectos relegados a vivir en el "sótano",
dejando de esta manera un amplio margen para la expresión
de la voluntad y la libertad personales.
Como afirmábamos, la Astrología es una
disciplina simbólica, y esto es básico
para poder entender a que nos queremos referir cuando
decimos por ejemplo que Marte influye sobre nuestra
expresión energética, o que Mercurio hace
a nuestras capacidades comunicativas. En sí,
ni el planeta Marte ni Mercurio en cuanto que objetos
válidos de estudio por parte de la Astronomía,
tienen influencia directa sobre nosotros. Lo que si
nos afecta positiva y/o negativamente, con diversos
grados de influencia consciente y/o inconsciente es
lo que ellos simbolizan como imágenes arquetípicas.
Es decir, la carta astral y los planetas en ella incluidos
darían cuenta, simbolizarían y expresarían
energías determinadas y propias de nuestro espacio
interior, las cuales tendrían la característica
de ser, en tanto que fuerzas de carácter abstracto
y universal, independientes de tiempo y lugar. Por ejemplo,
el Sol entre otras imágenes evoca al yo, a la
individualidad, al sí mismo, etc., mientras que
la Luna refiere a nuestras necesidades, nuestro niño
y nuestra madre interiores, entre otras.
Arribamos entonces a la conclusión de que la
Astrología a través de la carta astral
o natal no nos ha de mostrar la trama ineludible del
"destino" predecible, sino que ha de permitirnos
visualizar líneas básicas de desarrollo
y expansión de nuestro ser hacia mayores y más
vastos e integrativos niveles del ser. A través
del estudio de la carta astral u horóscopo contamos
con una oportunidad única e inapreciable de poder,
no sin cierto y paciente esfuerzo y honestidad interiores,
llegar a ser conscientes en mayor y/o menor medida,
de nuestra naturaleza interior.
La carta es un mandala astrológico como lo designara
Dane Rudhyar. Es un pro-yecto, un modelo de todo lo
que somos y que podemos llegar a ser si somos pertinaces
y capaces de hacer florecer el vergel que es nuestro
ser en cuanto que humanos.
Pero como expresábamos, es un mapa de ruta, un
modelo, una carta de navegación de y hacia nuestros
espacios interiores y en su carácter de tal,
tan sólo muestra nuestras particulares disposiciones,
impulsos y cualidades, pero así como no es la
carta de un restaurante la que nos alimentará,
el horóscopo personal de por sí no es
indicativo de lo que voluntariamente hagamos (o no)
con y de nuestras existencias. Inclusive podemos utilizar
dicho instrumento astrológico como justificativo
para deslindar responsabilidades en todas las áreas
de nuestra vida, dando cuenta de ser víctimas
de los planetas y signos en cuanto que simples y débiles
marionetas gobernadas por un y el "destino".
Pero también, es una guía para conducirnos
en la vida, llegando a dar cuenta de nuestra posibilidad
y capacidad de hacer elecciones más conscientes.
En una palabra, la Astrología y más exactamente
el mapa natal astral es una finísima herramienta
que nos permite dar(nos) cuenta de los anhelos, sentimientos,
impulsos, motivaciones, necesidades, pensamientos, emociones
positivas y/o negativas, algunas conscientes y otras
que yacen en el inconsciente, ya sea esto último
porque aún no las hemos desarrollado y se encuentran
a la espera de emerger a la luz o porque habiendo devenido
conscientes en algún momento de nuestras vidas,
por diferentes y variados motivos, provocaron en nosotros
cierta tensión, motivo por lo cual las reprimimos
y las desterramos hacia la oscuridad inconsciente, a
partir de lo cual nos dedicamos a negar en forma visiblemente
infructuosa su existencia, expresándose en forma
enlarvada y con diversos grados de virulencia como sueños,
síntomas, actos fallidos, enfermedades, crisis
y conflictos intra e interpsíquicos, viviéndolos
entonces sí como "destino", pues todo
aquello positivo y/o negativo que negamos como propio,
que aún perteneciéndonos no estamos dispuestos
a aceptarlo, estamos y estaremos condenados a vivienciarlo
como viniendo de fuera -y muy especialmente a través
de nuestras relaciones- y justamente a ello es a lo
que corrientemente hemos dado en llamar "destino".
Por ende, de la articulación complementaria -que
no de la fusión que desvanezca las particularidades
de cada disciplina-, se podrá tener una perspectiva
de lo que podríamos denominar Astrología
Psicológica o Psicoastrología, como una
ciencia-arte-técnica que más que buscar
predecir determinados acontecimientos y sucesos de nuestras
vidas, nos ayudará a través del diálogo,
a desarrollar una toma de conciencia de cuáles
son los mitos personales en base a los cuales configuramos
y contextuamos nuestras existencias, evaluando, clarificando
y discerniendo en torno a posibles núcleos de
conflictividad como a potenciales recursos interiores.
Y a partir de todo ello trabajar sobre áreas
tales como las distintas subpersonalidades que componen
nuestra personalidad; el estudio del simbolismo alquímico
a través de la carta astral, entendiendo así
nuestra vida como la "opus magna" alquímica,
e inclusive proceder al diagnóstico de posibles
"patologías" psicológicas y
emocionales (pánico, depresión, crisis
existenciales, problemas de relación, etc.),
en función de la carta astral, los tránsitos
y las progresiones planetarias.
En definitiva, podríamos señalar que en
la Astrología Psicológica (de carácter
transpersonal), la Astrología brindaría
el contexto y la Psicología el contenido.
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