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El símbolo, pues, es la imagen
que nos hacemos de un contenido interior que transciende
la consciencia. En el caso de la astrología,
el símbolo contenido en el zodiaco y en los planetas,
es el punto de encuentro, la argamasa dominante entre
el mundo psicológico y espiritual del hombre
(Microcosmos) y el universo de los astros en el cielo
(Macrocosmos)". (R. Sicuteri).
El cielo natal u horóscopo, representa el instante
en que la persona nace; o sea, el momento en el que
absorbe la atmósfera "magnetizada"
por la interacción de los planetas, el lugar
y la hora de nacimiento.
En efecto, el cuerpo de la madre que contiene al nasciturus,
crea una especie de pantalla que lo aísla de
todo lo externo; todo lo que le concierne, (sexo, abortos,
mala absorción de la placenta) son relevantes
en el gráfico de la madre y, en una medida muy
modesta (dada la incertidumbre del momento de la fecundación),
en el gráfico de la luna nueva que precede la
concepción.
El gráfico que nosotros estudiamos es, prácticamente,
la proyección de los cuerpos celestes por encima
y por debajo del horizonte terrestre, sobre el plano.
No se considera el hecho de que la realidad astronómica
es tridimensional. Otro hecho saliente es que, observando
el horóscopo, el ESTE o Ascendente se encuentra
a la izquierda en lugar de a la derecha; esto deriva
del hecho de que el observador mira el punto que está
en el centro: el punto representa al sujeto estudiado
y como se lo mira de frente, su derecha (el ESTE) corresponde
a la izquierda del observador.
Lo primero que salta a la vista al mirar un horóscopo
es la presencia de los cuatro puntos así llamados
Cardinales: el Ascendente, el Fondo del Cielo, el Descendente
y el Medio Cielo.
Simbólicamente estos puntos se conectan al inicio
de las estaciones del año.
Cumplimos, por lo tanto, un recorrido que nos va a hablar
de energías. Más exactamente consideramos
que, como cada día, este recorrido se compone
de una parte iluminada y de otra oscura.
En el periodo que va del solsticio de invierno (el
día más corto y la noche más larga)
hasta el equinoccio de primavera, la "fuerza diurna"
gradualmente va aumentando, punto en el que la duración
del día es igual a la de la noche. Del mismo
modo, se llegará al solsticio de verano, al máximo
de la expresión de la "fuerza diurna",
cuando tendremos el día más largo y la
noche más corta.
A partir de este momento, la situación se invierte:
el día comienza a decrecer hasta llegar al equinoccio
de otoño, en el que tendremos otra vez el día
y la noche de igual duración, hasta que finalmente
el ciclo concluye en el solsticio de invierno en el
que la "fuerza nocturna" está al máximo
de su expresión.
Las religiones de todos los tiempos han señalado
estos "pasajes" con ritos propiciatorios y
de particular importancia en las distintas liturgias.
La religión más conocida en Italia, al
ser la más practicada, es la católica.
Toda la liturgia se basa sobre cadencias de tipo astrológico.
Y por otro lado, es oportuno recordarlo, muchos Papas
fueron expertos astrólogos.
Recordamos, entre otros, el episodio en el que De la
Rovere accedió al papado con el nombre de Julio
II. Estaba tan convencido de la veracidad de las respuestas
astrológicas, que aplazó un día
su propia coronación; confirmando así
que se trataba no solo de un interés personal,
sino también oficializado. Recuerdo que delante
de la basílica de San Pedro en Roma hay un zodiaco
espléndido; la catedral de Otranto (1166) fue
pavimentada por el sacerdote Pantaleone con un mosaico
zodiacal. También podemos encontrar zodiacos
en S. Colombiano en Bobbio (XII sec.) y en tantas otras
iglesias medievales, sin contar los frescos de las estancias
vaticanas, obra de Rafael alrededor del 1500. Incluso
hallamos muestras de esto en otras tantas iglesias más
recientes, como S. Nicola en Catania, que tiene meridianos
en los que se señalan, además de los meses,
los símbolos zodiacales.
Concretando, la natividad de Cristo se sitúa
próxima al solsticio de invierno. Exactamente
en esos días, el paganismo romano celebraba la
fiesta del Invictus, esto es el Sol ("la fuerza
diurna") que comienza a crecer. Para los Celtas
era Yule, día en que la diosa daba a luz a su
hijo. El Sol entra en el signo
de Capricornio.
Ligada al equinoccio de primavera está la Pascua
(el primer domingo tras la luna llena que cae en el
signo de Aries). Para los celtas es Oestara, nombre
de una diosa de la fertilidad que vuelve del infierno.
Sus símbolos son los huevos, los conejos y las
flores y como todos podemos notar, estos símbolos
fueron también absorbidos por la tradición
católica. El Sol entra
en el signo de Aries.
El solsticio de verano está dedicado a S. Juan
Bautista, considerado un Elohim, es decir, una entidad
superior encarnada para llevar a cabo una labor. Para
los Celtas era la fiesta de Litha, la fiesta de la diosa
convertida en madre; se festeja a la tierra que ha dado
sus frutos, es llamada también la noche de las
brujas porque desde este momento comenzará a
crecer la sombra, la oscuridad y estas manifiestan su
alegría porque su poder ("la fuerza nocturna")
aumenta. Es el motivo por el cual se celebran rituales
propiciatorios de protección.
En nuestra cultura campesina, se regala albahaca atada
con una cinta roja, (contra los maleficios) para sellar
una especie de pacto ritual.
El Sol entra en el signo de Cáncer.
El equinoccio de otoño en la liturgia católica
está ligado a la fiesta de los arcángeles,
verdaderas figuras talismánicas, contra las fuerzas
del mal; para los celtas es la fiesta de Mabon, el Sol
se convierte en el semilla que desaparece en la oscuridad
de la tierra, se celebra el misterio de la eterna trasformación
y renovación de la vida.
El Sol entra en el signo de Libra.
Volviendo entonces a nuestro gráfico, colocamos
el Ascendente como co-significante del signo de Aries,
este toma también el nombre de "Punto Gamma".
Representa el momento en el que se nace y la constelación
que aparece sobre el horizonte (al Este) nos describirá
el aspecto físico y influirá de manera
potente en la personalidad.
El Fondo del Cielo será co-significante del
signo de Cáncer, (será el Nadir, el Sur)
nos hablará de sus orígenes, de la madre
y, puesto que se trata de un ciclo, nos hablará
del final de la vida.
El Descendente simbólicamente representa al
signo de Libra y explicará las relaciones con
los otros ya sea como asociaciones o como enemigos (será
el Occidente, el Oeste).
El Medio Cielo representa el signo de Capricornio y
nos describirá como el sujeto se integra en la
sociedad, su realización (será el Cenit,
el Norte).
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