El zodiaco puede ser subdividido de
varios modos:
División binaria
Los signos del Zodiaco pueden tener significado pasivo
(yin, femenino, negativo) o activo (yang, masculino,
positivo). Los signos femeninos son los que pertenecen
a los elementos de Tierra (Tauro, Virgo, Capricornio)
y de Agua (Cáncer, Escorpio, Piscis). Los signos
masculinos son los que pertenecen a los signos de Fuego
(Aries, Leo, Sagitario) y de Aire (Géminis, Libra,
Acuario).
En sentido psicológico, significa que los signos
pasivos tienen una mayor capacidad receptiva, y prefieren
que los sucesos vengan hacia ellos, exactamente el contrario
de cuanto sucede para los signos activos que se proyectan
mayormente hacia la acción.
Su disposición en la banda zodiacal, es alterna,
es decir, a un signo positivo le sigue uno negativo,
después uno positivo y así sucesivamente.
División ternaria
Hace referencia a los ciclos de las estaciones en las
que hay un inicio, un momento culminante y un ocaso.
De hecho, cada estación contiene tres signos
zodiacales que toman los nombres de Cardinal, Fijo o
Mutable.
|
PRIMAVERA
|
VERANO
|
OTOÑO
|
INVIERNO
|
CARDINALES
|
Aries
|
Cáncer
|
Libra
|
Capricornio
|
FIJOS
|
Tauro
|
Leo
|
Escorpio
|
Acuario
|
MUTABLES
|
Géminis
|
Virgo
|
Sagitario
|
Piscis
|
Psicológicamente, se manifiestan de diferente
modo:
-Los signos Cardinales, que corresponden al inicio de
la estación, determinan personas activas, emprendedoras,
que tienden a "iniciar una empresa".
-Los signos Fijos, corresponden al momento en que la
estación ha llegado a una cierta estabilidad,
por lo tanto, psicológicamente, determinan personas
dotadas de firmeza, pacientes, concentradas en sí
mismas, poco inclinadas a los cambios, por lo tanto
ligadas a la tradición.
-Los signos Mutables, corresponden al momento en que
la estación esta cambiando y por lo tanto encarnan
la alternancia de la voluntad, la inconstancia, pero
también la adaptabilidad, la posibilidad de encontrar
soluciones alternativas.
Como síntesis,diríamos que la distribución
de los planetas por los signos de cada triplicidad,
fijan la reacción del individuo con el ambiente.
División cuaternaria
Los filósofos de la antigüedad habían
establecido que sobre el planeta existían cuatro
elementos fundamentales: Fuego, Tierra, Aire y Agua.
De su composición deriva la multiplicidad de
las manifestaciones de lo rea.
Consecuentemente, a cada elemento le son atribuidas
sus cualidades elementales, y por lo tanto también
a los temperamentos humanos.
ELEMENTO
|
CUALIDADES ELEMENTALES
|
TEMPERAMENTOS HUMANOS
|
FUEGO
|
CÁLIDO - SECO
|
BILIOSO – EXHUBERANTE
|
TIERRA
|
FRÍO - SECO
|
NERVIOSO – METÓDICO
|
AIRE
|
CÁLIDO - HÚMEDO
|
SANGUÍNEO - EXTROVERTIDO
|
AGUA
|
FRÍO - HÚMEDO
|
LINFÁTICO-INTROSPECTIVO
|
Las relaciones entre los cuatro elementos y los cuatro
estadios de expresión del espiritu:
Fuego: plano físico (práctico - activo)
Tierra: plano emotivo o de los deseos (astral)
Aire: plano mental
Agua: plano espiritual (causal)
Esto indica las cualidades preponderantes a través
las cuales se manifiesta el espíritu. Es decir,
la dirección genérica de las aspiraciones
del individuo que se orientan hacia una rápida
realización o hacia un plano emotivo, mental
y espiritual de la vida, en relación al número
de planetas que pertenezcan a cada elemento. Está
claro, por tanto, que cuanto más equilibrada
sea la presencia de los planetas por elementos, tanto
más armónica resultará la personalidad
del nativo.
Este esquema determina también la componente
esencial del cuerpo físico, indica las regiones
del cuerpo más influidas.
Fuego = sangre.
Tierra = tejido óseo y nervioso (como tensión
nerviosa, no como tejido).
Aire = pulmones, cerebro.
Agua = fluidos, líquidos, aparatos digestivo
e intestinal.
Debemos considerar además, una continuidad,
una trasformación alquímica, por así
decirlo, que hace pasar de un elemento a otro, sin saltos
bruscos ni interrupciones. Desde el más denso
al más ligero, y después se pasa de nuevo
al denso a través de las cualidades elementales
que diferencian a cada elemento, pero que en esencia
forman parte también de los otros.
|
FUEGO
cálido – seco
|
|
AIRE
cálido - húmedo
|
|
TIERRA
seco - frío
|
|
húmedo – frío
AGUA
|
|
Para comprender mejor el sentido rotatorio continuo
del zodiaco, tomamos como ejemplo la vida de una planta.
La semilla plantada en la tierra, con una fuerza enorme,
sale al descubierto, se rompe a sí misma.
La plantita nace en el signo de Aries, el primer signo
de Fuego.
Entonces, emite la primera raiz, que la fija al suelo
y la comienza a nutrir. Estamos en el Tauro, primer
signo de Tierra.
Con las primeras hojas, al contacto con el Aire, comienza
la fotosíntesis (la inteligencia de la planta
que comienza a individualizarse).
Estamos en Géminis, primer signo de Aire.
Ya las raíces han crecido y consiguen traer de
la tierra madre la linfa vital en gran cantidad.
Estamos en Cáncer, primer signo de Agua.
La planta está ya crecida, las flores son polinizadas
y se convierten en futuros frutos, mediante la energía
del calor del Sol.
Estamos en Leo, el segundo signo de Fuego.
Ahora los frutos ya están maduros y deben ser
recolectados o volver a la tierra para convertirse de
nuevo en semillas.
Estamos en Virgo, segundo signo de Tierra.
La planta, despojada de sus frutos, pero viva, compite
con otras plantas que le sustraen su linfa vital, está
todavía al máximo de su expansión
aérea.
Estamos en Libra, segundo signo de Aire.
El ciclo concluye, la planta muere, se disgrega. Las
lluvias otoñales la convierten en un todo junto
con el fango.
Estamos en Escorpio, segundo signo de Agua.
Las semillas dejadas sobre el terreno son transportadas
por los torrentes impetuosos o por los pájaros
que las comieron junto con los frutos, no las digirieron
y que las expulsaron intactas en cualquier parte.
Estamos en el Sagitario, tercer signo de Fuego.
Cae la nieve, la tierra se vuelve dura, la semilla esta
bajo ese manto helado, parece muerto, seco. Pero está
solamente esperando.
Estamos en el Capricornio, tercer signo de Tierra.
Hace todavía frío, pero el metabolismo
lento, de hibernación, de la semilla ha hecho
su efecto; ahora "respira", emite pequeñísimas
cantidades de gas, se reencuentra con la inteligencia
del "proyecto planta".
Estamos en Acuario, tercer signo de Aire.
La nieve se derrite, el terreno se moja, el semilla
se infla y se prepara, todavía está bajo
tierra, tímida, pero lleno de posibilidades.
Estamos en Piscis, tercer signo de Agua.
El ciclo concluye con la semilla que se abre. Estamos
nuevamente en el signo de Aries.
Atravesemos ahora el Zodiaco según
el recorrido del alma
El individuo se encarna, nace en el signo de Aries.
De hecho, el nacimiento es un episodio cruento, que
señala el paso del mundo confortable, oscuro
y protector del útero, a la luz y a las sensaciones
más inciertas y violentas. Recordemos también
que el bebé o el alma en general, nace arremetiendo
con la cabeza y forzando los órganos genitales
de la madre.
En el signo de Tauro, el pequeño experimenta
la oralidad.
La primera cosa que el bebé hace es chuparse
el dedo, succionar la leche, es el único acto
voluntario que puede hacer, no es un automatismo, es
la respuesta a la exigencia del hambre, de supervivencia.
Él elige si se succiona el dedo, puede hacerlo
o no; es el primer signo de posesión. ¿Qué
nos puede pertenecer más que lo que nosotros
mismos metemos en nuestro cuerpo?
En el signo de Géminis, el bebé experimenta
el espacio que le rodea.
Comienza a gatear, a tomar los objetos con las manos...
Está rebosante de curiosidad cognitiva, balbucea
las primeras palabras, quiere entender y quiere hacerse
entender, interactúa con el ambiente circundante,
con los hermanitos.
En el signo de Cáncer, se toma conciencia de
los propios orígenes.
Se comprende la importancia de la estructura familiar,
el rol de la madre que nos puede empujar hacia adelante
o mantener ligados, los mecanismos de dependencia que
de ahí pueden derivar, el sentido del refugio
natal que de cómoda cueva puede convertirse en
una celda estrecha o en una jaula de oro. Los cuentos
que nos cuenta la abuela son pura filosofía de
vida.
En el signo de Leo se desarrolla el YO.
Ahora ya el niño se convierte en muchacho, quiere
salir, juega, se divierte con la vida, crea en sentido
artístico
y también en el biológico,
experimenta la sexualidad, se enamora.
En el signo de Virgo se desarrolla el sentido del deber.
A esto punto, el joven experimenta lo constructivo del
trabajo, la responsabilidad de un trabajo que en definitiva
es servicio para los demás, aprende a no sobresalir
a cualquier coste, a aceptar que se está bajo
la autoridad de otros.
En el signo de Libra el hombre se pone oficialmente
en relación con los otros.
Ahora que la propia personalidad está construida,
necesita ponerla en sociedad con los demás: de
aquí parten el matrimonio y las sociedades legalizadas.
Hasta ahora se estaba solo, aquí ya se hace necesario
perder una parte de uno, dar cuenta de las propias acciones,
mediar, aceptar y ser aceptado.
En el signo de Escorpio sobrevienen los cambios.
¿Qué falta por hacer? La persona se plantea
preguntas sobre la existencia, el ciclo vital está
ya cumplido, el viaje de la vida no tiene sentido si
no existe el otro, las relaciones con la muerte, se
estudia lo insondable. Después, la transformación,
o bien la muerte. Se trata de la máxima trasformación.
Hasta este punto llega lo que todos podemos verificar,
pero ¿qué le sucede al alma que ha recorrido
el camino de individualización en los otros cuatro
signos? Según los espiritualistas esotéricos,
el camino prosigue, para prepararse para la sucesiva
encarnación.
En el signo de Sagitario, se cumple el viaje que lleva
a un estado de conciencia superior: la conciencia cósmica
de los otros estados de la existencia sutil.
En el signo de Capricornio, se hace balance de lo que
ha sido cumplido en vida, si el trabajo evolutivo asignado
se ha seguido y hasta qué punto. El alma se convierte
en juez de sí misma decidiendo con frialdad acerca
de sí misma, establece las penas que cumplir
en la próxima encarnación bajo forma de
obstáculos, realidades con las que tener experiencias.
La sabiduría y el rigor de Capricornio deciden
también las reglas para la siguiente reencarnación.
En el signo de Acuario, el alma completa, su conocimiento
de las leyes electro-magnéticas que regulan el
mundo de la energía, se pone en contacto con
entidad de puro espíritu, sus maestros espirituales.
En el signo de Piscis, finalmente se llega a un proceso
en el cual se pierde la propia individualidad, se nos
pierde en el océano del todo, los recuerdos de
lo que éramos, nuestras experiencias se esfuman.
De hecho, la memoria de existencias precedentes no es
frecuente. Además, estos recuerdos residuo persisten
solo hasta los tres, cuatro años, después
"se corre un velo" que para ser levantado,
hace necesarias en la persona común, sesiones
de hipnosis regresiva. En los sujetos "más
avanzados", son las técnicas de meditación
las que pueden hacer más sutil ese límite
entre inconsciente y consciente.
|