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NIVELES DE CONTRASTACIÓN EXPLÍCITA DE LOS ENUNCIADOS ASTROLÓGICOS
La Estadística, como conjunto de técnicas de análisis de datos cuantitativos de interés científico, ha conocido en las últimas décadas un desarrollo espectacular. De esto se han beneficiado todas las ciencias, naturales, sociales y humanas. La Astrología, sin embargo, ha hecho muy escaso uso de sus posibilidades. De hecho, algunos astrólogos de orientación mística o humanista han empleado sus energías en poner trabas y obstáculos a los escasos intentos de avanzar por esta vía. Es cierto que la riqueza y complejidad de la naturaleza humana nunca se dejará atrapar por completo en las redes del análisis estadístico. Es verdad que la singularidad, la individualidad irrepetible de cada ser humano, es inabordable por métodos cuantitativos. Y también es verdad que la metodología científica no es, en general, la más apropiada para tratar los problemas concretos que plantean los clientes que buscan ayuda o consejo en una situación de consulta astrológica. En suma, no tiene sentido pretender una reducción de la Astrología a aquellos aspectos que hayan superado con éxito una prueba estadística; entre otras razones, porque las pruebas estadísticas, en último término, no prueban nada.

Sin embargo, de todo lo que acabo de decir no se sigue que la metodología estadística no pueda brindar buenos servicios al investigador astrológico. De la misma manera que en medicina o en psicología clínica se deslinda entre consultoría y trabajo experimental de laboratorio, también cabe en la astrología diferenciar trabajos de investigación sistemática y prácticas de contacto directo con clientes. Y al igual que las necesidades que los enfermos plantean en las consultas médicas promueven trabajos de investigación, cuyos resultados, a su vez, repercuten favorablemente en los tratamientos de esas mismas enfermedades, así también la investigación cuidadosa de factores astrológicos debe repercutir en una mayor calidad de las consultas que la tengan en cuenta.

Cuando digo que las pruebas estadísticas no "prueban" nada me refiero a que carecen de un valor demostrativo absoluto. Su única utilidad estriba en proporcionar patrones probabilísticos que permiten aventurar predicciones con un riesgo menor que si se hacen a ciegas. Por su misma naturaleza, la estadística sólo puede detectar correlaciones entre factores, pero no está en condiciones de proporcionar ninguna explicación. Ahora bien, aunque no tengan valor demostrativo ni explicativo, los resultados de una prueba estadística sí que tienen valor informativo. Y ninguna explicación que se ensaye por otros procedimientos puede entrar en contradicción abierta con esa información. Esta es la forma en que la Estadística se constituye en un instrumento de control del discurso astrológico.


Enunciados generales y niveles de contrastación

Decía Aristóteles que de lo particular no hay ciencia. En efecto, toda ciencia aspira a alcanzar enunciados válidos de carácter universal o, al menos, de alta generalidad. Por eso no es raro que algunos astrólogos intenten formular enunciados de esa clase. Simplificando mucho, podemos decir que los enunciados astrológicos de carácter general suelen proferirse en alguna de las cuatro situaciones siguientes:

1. Totalmente desprovistos de apoyo observacional. No se ofrece ni un sólo caso concreto que ilustre la supuesta ley. Se aducen razonamientos o intuiciones o se invoca alguna autoridad o tradición. La mayor parte de los aforismos y sentencias se encuentran en esta situación.

2. A partir de un caso aislado (o, con suerte, de dos o tres) se deriva una ley general.

3. Se hace un intento de dar respaldo estadístico a un enunciado general, pero de una manera que no cumple los requisitos mínimos de validez. O bien la muestra no se extrajo por procedimientos verdaderamente aleatorios, o no reúne el número suficiente de casos, o no se calcularon adecuadamente los valores esperados, o no se utilizaron los métodos apropiados en el tratamiento de los datos, o se sacaron más conclusiones de las que realmente autorizan los resultados. O todo eso a la vez.

4. Las afirmaciones proceden de la correcta interpretación de un estudio estadístico formalmente válido.


Resumamos todo ello en forma de tabla:

Nivel Procedimiento de generalización Contrastación
    1 Dogmático, arbitrario, especulativo Nula
    2 Abstracción impropia  Muy deficiente
    3 Estadística informal, protoestadísticas Insuficiente
    4 Estadística formal Suficiente

Naturalmente, al juzgar como lo hacemos esos cuatro niveles lo que estamos teniendo en cuenta es su grado de aproximación a las exigencias del paradigma científico actualmente vigente en el mundo occidental. Con ello no queremos decir que no puedan formularse enunciados verdaderos desde el primer nivel, ni tampoco que esté garantizada la certeza de los que se amparen en la rigurosidad metodológica del último nivel. Pero, a medida que avanzamos desde el primer nivel hasta el cuarto, los disparates, las fantasías, las arbitrariedades y los despropósitos disponen cada vez de menos oportunidades de prosperar.

Nivel dogmático o de contrastación nula
En el primer nivel se sitúan todas aquellas afirmaciones que se hacen desde una confianza ilimitada en la espontáneidad de las facultades cognoscitivas propias o ajenas: razón, comprensión, intuición, imaginación o visiones místicas. Invocar autoridades o tradiciones es sólo una forma de desplazar esa confianza hacia las facultades de otras personas. Es la forma más libre y desembarazada de hacer astrología. Es, también, la más divertida y la más creativa; y, en cierto sentido, la más cómoda. Y me permito decir, de una manera un tanto dogmática, que es la que más satisface en general a los temperamentos marcados por los signos de fuego. El Espíritu moviéndose en libertad puede llegar mucho más lejos y mucho antes que arrastrando cadenas, pero también puede extraviarse con mucha más facilidad. Dicho de otra manera, un automóvil con motor (fuego) pero sin frenos (tierra) es casi seguro que se estrelle, pero otro que sólo tenga frenos no irá a ninguna parte.

Al calificar este primer nivel como de contrastación nula nos estamos refiriendo a su grado de confrontación explícita con hechos concretos o casos comprobados. Sin embargo, las afirmaciones que formalmente caen dentro de este epígrafe rara vez prescinden por completo de referencias implícitas a la experiencia. De acuerdo con la sentencia aristotélica de que "nada hay en la inteligencia que no haya estado antes en los sentidos" nos encontramos, con frecuencia, ante enunciados generales que no son otra cosa que una condensación admirable de años de experiencia por parte de quien los formula, aun cuando no esté en condiciones de explicarnos ni las percepciones sensibles originarias ni los procesos asociativos o abstractivos que, a partir de ellas, han conformado la convicción expresada bajo esa apariencia de gratuidad. Ahora bien, el valor que puedan tener esas afirmaciones, por muy profundas, verdaderas, útiles o preciosas que sean, no es del tipo apropiado para constituir con ellas un sistema científico. Y no lo es debido a la ausencia de un caudal de hechos explícitos compartibles, es decir, a su naturaleza subjetiva. Aunque la antigua aspiración de la ciencia a la objetividad ha cedido algún terreno ante aportaciones tales como el "principio de incertidumbre", sigue conservando, de todos modos, una clara vocación comunitaria. Los principios fundamentales de una ciencia determinada y sus métodos de verificación deben ser compartidos o consensuados fuertemente por todos los miembros de esa comunidad científica. Y no es fácil el consenso de afirmaciones no respaldadas por experiencias susceptibles de replicación.

Nivel anecdótico o de abstracción impropia
En el segundo nivel tenemos ya algún hecho disponible del que dar cuenta, pero, en lugar de limitarnos a hacer la crónica del suceso, tomamos lo particular por universal, por un procedimiento que he denominado de "abstracción impropia". Una abstracción propia sería aquella que extrae de varios casos diferentes ciertos elementos que todos ellos tienen en común. Una abstracción impropia es la que intenta extraer de un sólo caso real ciertas características comunes con todos (o gran número de) los casos posibles de su misma naturaleza.

Pareciera que la ilegitimidad de este proceder es tan obvia que no cabe pensar razonablemente que alguien pueda incurrir en él, a no ser en momentos de fuerte ofuscación. Sin embargo, se trata de una práctica sumamente extendida en las comunicaciones astrológicas. Debido al gran número de combinaciones de factores susceptibles de interpretación que contienen las cartas astrales, sucede, con frecuencia que, incluso después de muchos años de dedicación a la astrología, no podemos encontrar en nuestros archivos más que uno o dos casos que cumplan una determinada condición. Y resulta difícil sustraerse a la tentación de decir algo al respecto, aunque sea en base a tan precario fundamento. Se hallan particularmente expuestos a incurrir en estos excesos quienes se imponen la tarea de elaborar recetarios exhaustivos de cierto tipo de combinaciones.

Por otra parte, las exigencias de privacidad y respeto por la intimidad de las personas, nos invitan a veces a describir en términos abstractos un comportamiento que en nuestra mente tiene nombre y apellidos.

Un problema añadido al error metodológico de la generalización impropia es que, cuando sólo disponemos de un caso de carta que presente un aspecto dado, nunca podemos estar seguros de que la conducta que asociamos con ese aspecto no sea, en realidad, el reflejo de otro aspecto al que no hemos prestado atención. De ser así, no estaríamos generalizando a partir de un solo caso, sino a partir de ningún caso, pues nuestra asociación aislada fallida sería por entero impotente para sustentar cualquier tipo de enunciado, tanto general como particular.

Desde el punto de vista de la contrastación empírica, algo hemos ganado con respecto al nivel anterior. Si eludimos la tentación de incurrir en generalizaciones apresuradas, el análisis de casos concretos puede resultar muy ilustrativo. La Casuística es una práctica esclarecedora y objetiva, si se realiza con lucidez. Pero, como de lo particular no hay ciencia, difícilmente lograremos por esta vía trascender el límite de lo puramente anecdótico.

Protoestadísticas
En el tercer nivel de contrastación, el de las estadísticas informales o protoestadísticas, se detecta una intención explícita de mantener el discurso astrológico bajo el control de pruebas de realidad; o de hacer hablar a los hechos. Sin embargo, el desconocimiento de los métodos estadísticos o el descuido de factores astronómicos o sociológicos relevantes para el cálculo de los valores esperados condenan estos esfuerzos a quedarse en el mero intento.

A pesar de su vulnerabilidad, tengo mis razones para defender la realización y publicación de esta clase de trabajos metodológicamente objetables.

1. Suponen un avance considerable, aunque insuficiente, respecto de los dos niveles anteriores, tanto en intencionalidad (actitud de respecto a los hechos) como en magnitud cuantitativa (mayor número de casos).

2. En una atmósfera en general bastante reacia y poco acostumbrada al uso de técnicas de investigación rigurosa, se agradece la aparición de estas tentativas de acercamiento a métodos fértiles en otras ciencias. Así como algunos juegos infantiles son ensayos (muy serios) para la vida adulta, también podemos ver en estas estadísticas "de andar por casa" una forma de irle perdiendo el miedo a los números (un extraño mal que -incomprensiblemente- aqueja a algunos practicantes de esta disciplina -la astrología- tan estrechamente ligada a la numerología y precisada de un complejo aparato matemático-astronómico para sus cálculos).

3. Varias personas que hayan trabajado con muestras insuficientes (pocos casos) de una misma cuestión pueden encontrarse, juntar sus muestras y alcanzar un tamaño aceptable.

4. A veces, unos pocos casos bastan para detectar algo tal y como es (los efectos fuertes se detectan en muestras pequeñas).

5. Varias muestras insuficientes de un mismo factor en grupos diferentes (por ejemplo, ubicación domal de Marte en un grupo de médicos, otro de militares, otro de escritores, otro de boxeadores, otro de monjas de clausura, etc) pueden resultar en conjunto muy ilustrativas, aunque ninguna de ellas tomadas aisladamente permita inferencias dignas de crédito.

6. Siempre es mejor apoyar las propias impresiones en unos pocos casos que en ninguno.

7. Siempre es posible mejorar el estudio, a medida que se detecten los fallos.


Hay que admitir que la publicación de este tipo de trabajos conlleva numerosos riesgos. Pueden tornarse armas arrojadizas contra la astrología si caen en manos de críticos implacables, aumentando así el desprestigio de la mísma. Pueden generar confusión, tanto en sus propios autores como en su público, al promover tesis que en realidad no son válidas, con el agravante de creer que cuentan con un respaldo experimental del que, en rigor, carecen. Es por esto que cuando defiendo la publicación de trabajos de este nivel, debe entenderse que me refiero sólo al ámbito interno, es decir, dentro de asociaciones, comunidades astrológicas, listas de correos, etc, mas no de cara al exterior. Otra solución a estos males puede ser presentar esos estudios no como genuinas investigaciones estadísticas sino como colección de datos, ordenados bajo ciertos criterios, para facilitar el acceso a la información que contienen. O bien, como estudio-piloto o proyecto de investigación que puede merecer la pena abordar posteriormente con todos los medios exigibles.

Estadísticas formalmente válidas
El último nivel de contrastación, el que satisface todas las exigencias formales, es al que debemos aspirar quienes pensamos que merece la pena realizar trabajo experimental serio a la luz de claves explícitas o implícitas en las principales tradiciones astrológicas.

Hasta hace poco, los trabajos de Gauquelin y Addey eran, probablemente, los que más lejos habían llegado en cuanto a rigor metodológico. La revolución informática ha permitido romper ampliamente ese techo, con investigaciones como las de Gunter Sachs y Didier Castille [NOTA 1], y es de esperar que esto sea sólo el comienzo.

Como ya hemos indicado más arriba, los trabajos realizados a este nivel no suponen ningún tipo de garantía respecto de alcanzar verdad alguna. Se limitan a proveer índices de probabilidad de que ciertos enunciados se ajusten con experiencias venideras, en función de lo previamente observado; pero el cambio de cualquier condición incontrolada puede hacer fracasar las expectativas más rigurosamente determinadas.

Por otra parte, así como advertimos que los enunciados dogmáticos no suelen carecer de un respaldo empírico implícito, no debemos caer tampoco en la ingenuidad de suponer que el método estadístico se halla libre de presupuestos dogmáticos. Y menos todavía, que un investigador determinado pueda dejar de lado sus preconceptos, intenciones y modos particulares de entender el problema investigado y su contexto.

A pesar de todo ello, entendemos que es más fácil alcanzar acuerdos sobre el modo de funcionamiento de los factores astrológicos cuando se dispone de resultados experimentales que cuando todo se deja a la capacidad de improvisación, asociación de ideas y especulaciones libres de cada astrólogo; que estos resultados facilitan también la tarea de discriminar entre enunciados astrológicos válidos e inválidos; y que, dentro de los enunciados más verosímiles, permiten, a veces, fijar la magnitud de una correlación con un grado de precisión bastante aceptable.

Una confluencia con los métodos habituales en otras ciencias o áreas del saber ha de contribuir, además, a romper el aislacionismo de la astrología, posibilitando estudios interdisciplinarios mutuamente enriquecedores.

Julián García Vara.
agosto, 2001

[NOTA 1] Didier Castille, Mariages aux Soleils, en la página web del Centro Universitario de Investigación Astrológica, sección Astro-estadísticas.

   
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