El llanto de un bebé puede tener muchos significados,
tales como el deseo de la nutriente y tibia teta, la
colita sucia, el chupete se perdió o bien los
gasesitos molestan o muchas otras cosa más. Pero
este niñito anuncia su deseo de una forma imperativa
y categórica, él no puede esperar. Su
atención está primera y mamá debe
acudir a su llamado de inmediato. El bebé dice
con su llanto estridente y coloreando su cabecita de
un rojo escarlata como Yo quiero, la teta, el
chupete etc., etc. . Pero el yo quiero es revelador
de sus deseos.
El bebé se comunica con el llanto o con grititos
porque es la única forma en que sabe hacerlo.
Cuando este bebé crece comienza a usar algunas
palabritas para luego formar frases y así después
de unos cuantos años hablar correctamente.
Muchas veces al observar a los bebés y su comportamiento
los asocio al signo de Aries, en lo que tiene este signo
de imperativo, fuerza, iniciación y también
de infantil.
Nos podemos encontrar con nativos de este signo que
son triunfadores, muy trabajadores, eficientes profesionales,
pero en el fondo nunca dejaron de ser niños.
Nunca olvidaron el Yo quiero, aún
siendo hombres o mujeres adultos, lo siguen manifestando.
Es gracioso observar con que facilidad un ariano/a sale
de sus casillas cuando no consigue algo que desea o
debe esperar para obtenerlo. El rojo tiñe sus
mejillas, mueve los ojos con nerviosismo y él
también comienza a ir de un lado a otro con la
cabeza delante y el cuerpo hacia atrás. El carnero
se enfurece como lo hacía aquel bebé de
la infancia cuando mamá demoraba con la leche.
Aries no sabe esperar, mejor dicho no puede esperar,
es un signo cardinal y de fuego y es el primero de doce.
Aries está con mucho entusiasmo para vivir su
vida, para solucionar los problemas que se le presenten
de una forma expeditiva y sabiendo obtener su utilidad.
Para este signo nada es imposible. Yo he escuchado
frases como estas:
¡No podés perder la Fe!.
Yo voy a seguir insistiendo, total el no ya lo
tengo, voy a conquistar el si.
Y ¿Por qué voy a ceder?, no quiero.
Si quiero lo hago, sino no.
Expresiones todas estas donde el yo va primero y después
lo demás. Como los bebés el ariano muchas
veces marca una tendencia egoísta y hasta simplista.
Primero son sus deseos y la satisfacción de los
mismos. Egoísmo, muchas veces involuntario y
sin intención de dañar a los demás,
pero egoísmo al fin. Está muy concentrado
en él mismo y en la energía que corre
por sus venas.
Aries posee una vitalidad maravillosa para los nativos,
pero para el resto devastadora. Parece que nada los
cansara ni agotara, es la energía bruta, primaria.
Desde que son pequeñitos dejan a sus padres sin
fuerzas y tendidos boca arriba. Es esa fuerza y esa
energía lo que provoca en estos nativos reacciones
a veces bruscas o egoístas, en lo que respecta
al trato con los demás. Es difícil para
el nativo entender que los demás no poseen la
misma resistencia, ni fuerza, ni voluntad, ni deseos
de conquistar el mundo, ni librar la guerra de las galaxias.
Para ellos es normal hacerlo a diario y por ende debe
serlo también para el resto de los mortales.
Por supuesto que estos son ejemplos generalizados, pero
el que tenga un familiar o allegado del signo de Aries,
podrá entender muy bien lo que lee.
Por otro lado a Aries le gusta jugar como lo hace un
niño o bromear y molestar a cada miembro de la
familia con chanzas. Y por sobre todas las cosas, ganar,
siempre deben ganar. Desde un simple juego de cartas,
hasta hacer la mejor broma a mamá o hacer llorar
con más fuerza al hermanito. Pero siempre ganar
y ser el primero.
Aries se esfuerza por lograr la victoria, es propio
de estos nativos, odian ser segundos, detestan perder
y lo manifiestan con cólera. Deben pasar por
muchas cosas en la vida para entender que no siempre
se puede ganar y que perder da paso a un poco de reflexión.
A estos nativos les gusta sorprenderse y lo hacen con
la espontaneidad y frescura de un niño aún
inocente. Es en este sentido que son simples y por momentos
transparentes.
De más está decir que en una carta no
solo es el signo solar lo que marca las características
de un individuo, es todo un complemento e interacción
de los planetas que hay en ella y de muchos otros elementos,
pero los soles siempre prevalecen. Y en el caso de Aries
es por demás notorio.
Cuando digo que Aries me remite a un niño, lo
hago con la certeza de que este nativo siempre vuelve
a empezar. El pequeñín se cae y vuelve
a levantarse, repite este ejercicio muchas veces hasta
que aprende a caminar.
Para Aries iniciar y reiniciar su vida por más
difícil y dura que sea, no consiste en un obstáculo.
A diferencia de Escorpio que renace con sus muertes,
Aries nunca muere, simplemente no se lo puede permitir.
Aries es el recién nacido, ¿cómo
puede entender la muerte, la pérdida, la transformación
o la transmutación? Él es perfecto, Dios
lo hizo así de bien, como para pensar en que
hay que cambiar cosas. De hecho que un largo recorrido
le resta para enfrentarse con las crisis escorpianas,
aunque la energía marciana a ambos signos los
provee de esa profunda e intensa fuerza. El Marte ariano
difiere mucho del Marte escorpiano, el primero piensa
en ganar y no sufrir en el intento, solo lograr el éxito,
ganar la batalla. El segundo gana cuando logra sufrir
y hacer carne el dolor que lo ayude a matar sus vicios
y renacer como un ser más íntegro.
Aries, el eterno bebé, nos infunde Fe y entusiasmo,
elementos contagiosos y muy positivos. Son líderes
naturales que pueden seguir utilizando el yo quiero,
siempre que lo hagan con prudencia y con el corazón.
© Copyright por Claudia Lamata de Gigli
|