Los nativos adultos del signo de Libra me recuerdan
a los niños pequeños cuando se les ofrece
que elijan entre varios juguetes. Por lo general el
pequeñín, con su dedito en la boca y los
ojos atentos ante el maravilloso tesoro que aparece
ante él, señala a uno, luego a otro y
finalmente papá y mamá suspiran agradecidos
cuando al parecer se decide. Pero los nervios acuden
súbitamente a papá, mamá y al vendedor
que de una sonrisa pasa a un gruñido ahogado,
al notar que de mover afirmativamente su cabecita enrulada,
pasa a un no rotundo. Pero la situación no finaliza
con este episodio, sino cuando salen del negocio y el
gurrumino tironea de la mano de su padre, para pedirle
volver a intentarlo con los juguetes de la otra góndola.
Cuando hablamos de los nativos de Libra automáticamente
en nuestra mente se dibuja una persona, serena, ecuánime,
educada, seductora, segura de si misma y decidida. Por
supuesto que mucho de todo este bagaje el libriano es
poseedor.
¿Pero, decidido?, ¿Tomar rápidamente
una decisión? y mas ¿tratándose
de su vestuario, cremas, cosméticos, elementos
de aseo personal, calzado y demás ornamentos
que hacen a su buen vestir y presencia?
¡POR SUPUESTO QUE NO!, nada más lejos
de la realidad. Nada como la indecisión libriana
puede desequilibrar la balanza que tan sutilmente los
simboliza.
Son bajo esas circunstancias, en que el nativo sea
hombre o mujer, explota al elemento Aire del que están
formados, diseñando mentalmente aquellos productos
que debe adquirir. De mas está decir que solo
en su imaginación existen y lo que encuentra
en las vidrieras solo se aproxima levemente a su deseo.
Inmediatamente una terrible inseguridad y ansiedad
se apodera de ellos, llevándolos por una veintena
de negocios. Luego de andar durante horas, decide finalmente
dejarlo para otro día porque de lo que vio, nada
lo convenció.
Esto es un simple ejemplo de como manejan su poder
de decisión ante un estímulo y se puede
extender este pensamiento hacia las cosas menos tangibles,
aunque mas trascendentales.
Por lo que se desprende de mi observación, un
segundo factor desequilibra a Libra, y es la fuerte
ambigüedad que presentan ante la definición
o elección de un hecho concreto. Para los que
de afuera observan esa oscilación de la balanza,
es decir del nativo, da la sensación que éste,
como vulgarmente se dice, no quiere quedar mal
ni con Dios, ni con el diablo. Inquietud que cuestioné
mucho.
En realidad a Libra le provoca mucha tensión
definirse o tomar partido a raja tabla, de la misma
manera que le producen tensión los enfrentamientos.
El nativo sabe que de elegir por una parte, existirá
confrontación con la otra, eso es inevitable.
Y muy lejos está el de querer pelearse, prefiere
conciliar, llegar a un acuerdo, negociar a través
del diálogo. Sí, acuerdo no elección.
El libriano se convierte en el mediador, en el factor
diplomático. Es común escuchar estas frases
en boca de los nativos:
No puedo tomar partido por una u otra parte,
ambas son importantes para mi. (Cuando se le pide
elección)
No tomaré una determinación drástica,
lo haré a mi manera. (Cuando se le pide
definición).
Es así como entonces Libra, deja que las cosas
pasen y que también el tiempo haga lo suyo.
Es evidente que la mayoría de las veces es esto
lo que ocurre, el libriano busca desesperadamente un
equilibrio sin tener que comprometer su decisión,
elección ni definición. El ser correcto,
el ser diplomático, guarda una doble cara.
No es lo adecuado esconderse detrás de estas
formas por siempre, la vida muchas veces pide que nos
juguemos.
El tercer factor que desequilibra a Libra, es el gran
poder de negación. Cuando el nativo vive algún
acontecimiento en su vida lo suficientemente traumático
o doloroso, he visto con mucha frecuencia la negación
del mismo. Se auto convence que racionalmente, no es
lógico que eso le esté ocurriendo, en
consecuencia no ocurre. En su vida esa realidad no existe.
Es capaz de sostener esa postura durante un largo tiempo,
ya que su estructura interna no puede adaptarse a ciertas
cuestiones de la vida, que en nada se asemejan a la
armonía por el/ella buscada. Hace oídos
sordos a los consejos u opiniones de familiares y amigos,
adoptando una postura del individuo evolucionado que
puede comprender situaciones que están más
allá de lo convencional. Se puede trabar en largas
discusiones, exponiendo argumentos con un florido y
nutrido vocabulario pero que dice poco. ¿Quién
dijo que el libriano no es terco?
Es la vida misma, generalmente, la que ubica a nuestro
nativo y lo saca de la burbuja que el solo se fabricó.
El signo de la belleza, la armonía y el buen
gusto, en otras muchas lecturas. El signo que ofrece
al nativo a quien pertenece, la maravillosa oportunidad
de descubrir la verdad y hacer de ella un camino justo,
ya que posee los ingredientes necesarios para tal fin.
© Copyright por Claudia Lamata de Gigli
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